jueves, 26 de enero de 2017

NO PASA NADA

AQUÍ NO PASA NADA! (O EL ESCANDALO ODEBRECHT)
Por: Johnny Montalvo
El inicio del fin del Fujimorato comenzó con la difusión del video Kuori-Montesinos, donde quedaba en evidencia ante la opinión pública que el gobierno había montado toda una estructura corrupta y corruptora para mantenerse indefinidamente en el poder. Vladimiro Montesinos sobornaba a políticos, empresarios, directores de medios de prensa y periodistas para que mantuvieran una “línea” de acuerdo a los dictados del poder autoritario inmanente al Fujimorato, y con la finalidad de mantener una “paz chicha” en el Perú. Pero cuando cayó el régimen fujimorista, no todos aquellos políticos, empresarios, directores de medios y periodistas fueron investigados o sancionados moral o penalmente. Cayeron algunas cabezas, sobre todo de la cúpula militar, pero desde el lado “civil”, casi todos los empresarios (Dionisio Romero entre ellos), tecnócratas (los chicos y chicas de Alberto Pandolfi que han sido Ministros o Viceministros durante los últimos quince años) y periodistas “independientes” o comprometidos con el régimen (Raúl Vargas, Rosa María Palacios, Augusto Álvarez Rodrich, Sol Carreño y Federico Salazar) pudieron reciclarse fácilmente. Por inexplicables motivos que solo Carlos Ferrero y los miembros de su Comisión Congresal sabrán, muchos de los vídeos comprometedores fueron devueltos a los que visitaron a Vladimiro Montesinos en su famosa salita del SIN…
Recuperada (por enésima vez) la Democracia en el Perú, algunos pensamos que los niveles de corrupción a los que se llegó durante los noventas no volverían a repetirse. Pero podría afirmarse –quizás- que el hecho de que muchos de los actores (sobre todo empresariales y tecnocráticos) de aquel período no hayan tenido ninguna sanción incentivó a que nuevos actores (y los mismos de aquella época) asumieran las mismas prácticas corruptas que tanto han sido criticadas durante más de tres lustros. Para nadie es un secreto que desde el gobierno de Alejandro Toledo hasta el de Ollanta Humala, las empresas tenían que pagar una “contribución” a funcionarios corruptos para ganar las grandes licitaciones del Estado. Del mismo modo, los dueños de los medios y muchos periodistas han seguido “líneas” coordinadas “por la gobernabilidad democrática” con Palacio de Gobierno para evitar el espinoso tema de la “vacancia presidencial”, que ha sido la espada de Damocles sobre los cuellos de Toledo, García y Humala. Por último, desde la recuperación de la Democracia en el 2000 nunca se despidió a la tecnocracia Fujimorista, la “costra” sobre el Estado de la que hablaba Alejandro Toledo. Ministros y Viceministros de la “Democracia” fueron forjados durante el Fujimorato… Habría que señalar además que durante este período el Fujimorismo ha surgido como una fuerza política inusitadamente, y que precisamente ha sido impedido de llegar al poder por acumular todo aquello que no ha sido erradicado jamás!
Hay quienes señalan que el escándalo Odebrecht conducirá a la vacancia del presidente Kuczynski (por el tema de la Interoceánica) y llevará a la prisión a los tres expresidentes de la Transición Democrática. Otros dicen que Toledo y Humala con su cónyuge  intentarán fugarse del país. También hay quienes quieren involucrar la década fujimorista en las investigaciones de un caso que sólo tendrá pruebas y confesiones sobre el período 2005-2014! Los odios y antipatías personales estarán a la orden del día. Mientras tanto la “reserva moral” del país (conformada principalmente por Vargas Llosa y su corte de intelectuales amigos, artistas de la farándula local, periodistas reciclados del Fujimorato, los caviares e izquierdistas comprometidos con Nadine Heredia y el proyecto OH) no se pronuncia de modo contundente en contra del tipo de Estado que se construyó luego del día siguiente de la caída del Fujimorato. Un Estado fácilmente corrompido por faenones con “empresarios de éxito”. Un Estado que tiene tratos debajo de la mesa con una prensa que sólo se deleita con campañas o anticampañas de desinformación. Un Estado plagado de tecnócratas que vienen desde el Fujimorato, sin ninguna responsabilidad y que luego de una mediocre o pésima gestión se convierten en Embajadores o en funcionarios de organismos internacionales. Un Estado con un Poder Judicial y un Ministerio Público muy lentos y proclives a dejarse influenciar por los “periodicazos”.
Al parecer no ha cambiado nada desde que Vladimiro Montesinos desnudó las bajezas a las que podían llegar nuestros políticos, empresarios y periodistas. Y como muchos de esos actores siguen vigentes en la actualidad es muy probable que las investigaciones del caso Odebrecht no lleven a nada. Para los más optimistas, es muy probable que sólo caigan Toledo y Humala con su mujer, por que cometieron el error de hacerse muchos enemigos. Alan García jugará sus fichas en el Poder Judicial y logrará salvarse una vez más de todas aquellas acusaciones que le increpó Fernando Olivera en el famoso debate presidencial. No creo que los grupos empresariales y los medios que tuvieron asociaciones o coordinaciones o contratos con Odebrecht sean acusados de algún delito, podríamos decir que desde el año 2000 hasta ahora, “no se toca” al Empresariado. No creo que los periodistas “subvencionados” por las empresas brasileñas reciban una sanción siquiera moral. No creo que peligre la continuidad del sistema democrático y caiga el gobierno de Kuczynski por sus supuestas pasadas relaciones con Odebrecht. Lo que si podríamos afirmar con seguridad es que como decía González Prada en el siglo XIX, “en el Perú donde se pone el dedo, salta la pus”. La corrupción no sólo existió durante el Fujimorato sino que forma parte de nuestra vida cotidiana. Y como decía algún comentarista deportivo: “aquí no pasa (ni pasará) nada”.
Madrid, 18 de enero de 2017.

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