martes, 7 de junio de 2016

POR LA RECUPERACIÓN DE ARICA Y TARAPACÁ

Nuestra lucha y objetivo de la  Asociación patriótica por la recuperación de Arica y Tarapacá- ASPRATA, es:
 QUE LO JUSTO SE CONVIERTA EN JUSTICIA INTERNACIONAL
Este libro LA CUESTIÒN DE ARICA Y TARAPACÀ, que entrego a la historia del Perú, resume nuestros derechos, que debemos plantearlos a las NN UU, para que sin derramar una gota de sangre vuelvan las provincias cautivas de Arica y Tarapacá al Perú, si otros países lo hicieron como China que luego de 500 años recuperó Macao; Panamá después de casi cien años recuperó el canal después de haberlo entregado a perpetuidad a EE UU; España logró  a los 300 años de la firma del tratado de Ultrech entregando a perpetuidad a Inglaterra Gibraltar, sea reconocido como territorio español; podemos seguir mencionando temas de casos similares.

¿Si, otros pueblos  lo hicieron? porque no lo hacemos nosotros, la respuesta está en el alma de cada uno de los peruanos, si deseas tener sustento para hacer conciencia y doctrina de este derecho, entérate del contenido de este libro, caso contrario sigue aceptando, que el ejercicio de nuestro derecho sobre esos territorios conquistados sea soslayado, por inacción, indiferencia u olvido voluntario, con lo cual nos hace desleales a nuestros compatriotas que dieron su vida por defender la integridad territorial.

Por favor asistan a nuestro local en Jr. Héroes de Tarapacá 143, está casi frente a las brisas del Titicaca a la altura de la cuadra uno de  la Av. Brasil el día 07 de junio a las 7 de la noche, a la presentación del libro.
Gracias, valor del libro Diez Soles 
Eloy Villacrez


 Prólogo libro Cuestión de Arica y Tarapacá

Representa para mí, un honor y una gran satisfacción, el prologar la presente obra “La cuestión de Arica y Tarapacá. Un honor, por haber tenido conmigo la deferencia de solicitármelo su autor, el distinguido oficial retirado del Ejército peruano don Eloy Villacrez Riquelme, patriota ejemplar, recientemente reconocido por el Gobierno de Nicaragua, como héroe por su participación en la lucha contra la dictadura somocista y una gran satisfacción, por tratarse de un tema de vital importancia para los intereses nacionales, el cual irresponsable y cobardemente, ha sido ignorado hasta la fecha por las autoridades peruanas, como es el referente al latrocinio perpetrado por Chile contra nuestro país, al arrebatarnos los territorios de Tarapacá y  Arica, como resultado de su Guerra “de Rapiña”, emprendida en 1879 contra el Perú y Bolivia, erróneamente denominada “Guerra del Pacífico”.
Villacrez Riquelme, en su concepto inicial, explica categórica y sucintamente, la finalidad principal que persigue su fecundo trabajo histórico realizado, cuando señala que se pretende con él: “Desarrollar actividades de esclarecimiento histórico sobre los acontecimientos infaustos de la Guerra del Pacífico, con la finalidad de que nuestras grandes mayorías, aquellas que no recibieron el influjo sensual del dinero fácil que dio y da Chile a ciertos sectores del Perú, desarrollemos una doctrina con base del ordenamiento internacional existente, para reclamar la modificación del actual estatus de soberanía de Arica y Tarapacá y su vuelta al seno del Perú”. Obra que demás está decirlo, consideramos debía ser de lectura obligatoria en los Colegios  y  Universidades del país.
Como podemos apreciar las metas de su obra, son muy claras y precisas. Sólo confirman las crudas advertencias de nuestro notable compatriota don Manuel González Prada, cuando en su famosa “Horas de lucha”, sentenciaba: “Lo sucedido ayer, sucede hoy y quien sabe sucederá por muchísimos años. El pueblo (y no sólo el pueblo sino muchos hombres con ínfulas de pensadores y cultos) se imaginan que hacen mucho con aplaudir o silbar, olvidando que en las saturnales de Roma los esclavos tenían derecho de emborracharse y decir desvergüenzas a sus amos.
Fuimos ultrajados, pisoteados y ensangrentados como no lo fue nación alguna; pero la guerra con Chile nada nos ha enseñado ni de ningún vicio nos ha corregido: como enfermedad intercurrente, la invasión araucana desapareció, dejándonos todos nuestros males crónicos”.
El interesante libro que comentamos, luego de un análisis  jurídico previo de las nociones fundamentales sobre  los Tratados y convenios en general, pasa a ocuparse de los sujetos del  Derecho Internacional.
A renglón seguido, en cinco ilustrados Capítulos se desarrollan los siguientes temas:

EN EL PRIMER CAPÍTULO: 
Se exponen los puntos básicos del planteamiento que formula el autor sobre “La Cuestión de Arica y Tarapacá”.
Se procede a demostrar con argumentos contundentes  e irrefutables, que el Tratado de Paz y  Amistad de Lima, del  20 de octubre de 1883, que puso fin a la guerra entre las Repúblicas del  Perú y Chile, también conocido como el Tratado de Ancón, “es írrito, es decir nulo en todos sus efectos” y que además, la “Cesión a perpetuidad de Tarapacá” colisiona con la Resolución 1514 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y con otras resoluciones que Chile se comprometió a respetar y cumplir, menciónanse entre las últimas de sus felonías, el pretendido desconocimiento a la soberanía peruana sobre el denominado “Triángulo Terrestre”.
La obra de Villacrez Riquelme es el resultado de un sesudo estudio histórico, con el mérito adicional de utilizar un lenguaje sencillo, asequible a todos los públicos. Y lo que es muy importante, el libro sale a la luz cuestionando la validez del Tratado de Ancón, en momentos en que torpemente el Gobierno chileno no está reparando, que con su felona actitud de desconocimiento de la soberanía peruana sobre el Triángulo Terrestre, está cuestionando el Tratado de Lima y su Protocolo Complementario de Límites, del  03 de junio de 1929, lo cual llevaría a su revisión. Y a su vez, dicha revisión nos conduciría, por lógica jurídica elemental, a revisar también el malhadado e ilegal Tratado de Paz y Amistad y su Protocolo Complementario de Lima de 20 de octubre de 1883, “Tratado de Ancón”, que por lo demás es el origen de todos los desencuentros entre el Perú y Chile y por el cual los chilenos nos arrebataron mediante una guerra de conquista, el territorio de la Provincia Litoral de Tarapacá.
Debemos recordar que el Tratado en mención, sólo pretendió convalidar la usurpación de territorios ajenos, apropiados indebida y salvajemente por una guerra de conquista, guerras que por lo demás, por su bastardo origen, las repudia la comunidad internacional.

Al respecto, resulta pertinente al tema expuesto, revisar la obra del prestigioso autor, no peruano, no chileno, sino inglés, Sir Clements Markham “La guerra entre el Perú y Chile”, para poder formarnos una idea más precisa y objetiva principalmente, sobre los hechos que ocurrieron durante la ocupación por las tropas chilenas, de Lima y de otros lugares del territorio nacional, momentos previos a la suscripción del cuestionado Tratado de Ancón de 1883: “Los frutos que recogió Chile de esas hazañas de conquista fueron la rápida degradación moral de los individuos que las realizaron. Al principio sólo cebaron su barbarie en la propiedad pública. Más tarde bombardearon ciudades indefensas; en breve, no respetaron ya la propiedad privada y enviaron a Lynch a que robase y destruyese a ciegas; vinieron, en seguida, los saqueos de cuadros y de bibliotecas públicas. Hasta entonces, al menos así se declaraba, todo se hacía en beneficio del Estado; pero al fin, oímos hablar de rapiñas en masa y de extorsiones que enriquecían a los Jefes; y los cargos han sido tan graves que el Capitán Lynch se ha visto obligado a llevar al Coronel Letelier y a otros oficiales ante Consejos de Guerra. Tan rápido es el descenso por la senda del egoísmo y de la inmoralidad.

Ahora nos queda por hacer el balance de las ganancias y pérdidas de los beligerantes. Chile ha enloquecido de orgullo por sus “gloriosas victorias”, se ha apoderado de grandes cantidades de objetos de guerra y ha arrancado cuantiosas sumas de dinero a los particulares. Ha conquistado la costa íntegra de Bolivia y la Provincia de Tarapacá y tiene a su disposición el resto del litoral peruano. La Capital del enemigo está en sus manos; sus pobladores, bajo su planta. Ha sembrado la ruina, la desolación y la muerte en la República vecina; Ha sumido en el duelo y la desesperación a millares de esposas y de madres, para saciar su sed de gloria; Ha asolado miles de hogares y arruinado a innumerables familias. Son, se dice, las inevitables consecuencias de la guerra”.
El notable maestro, jurista e historiador, Juan Vicente Ugarte del Pino, ha sido uno de los pocos investigadores que han hecho un exhaustivo análisis del Tratado de Ancón y considera que para poder formular una adecuada crítica sobre el mismo, es indispensable previamente clarificar tres asuntos, que luego de analizarlos le permiten llegar a las siguientes conclusiones:

PRIMERA; Que la Constitución de 1860 era la Ley Suprema vigente en nuestro país, antes de iniciarse en 1879 la guerra con Chile;
SEGUNDA: Que el Gobierno que regía los destinos del Perú, en el momento de iniciarse la guerra con Chile, era un Gobierno legítimamente elegido por el pueblo y no un Gobierno de facto.
TERCERA: Que no existió jurisdicción superior o autoridad ante quien recurrir eficazmente en caso de incumplimiento del Tratado de Ancón por las partes.
Ugarte del Pino precisa que queda pues establecido que la Constitución de 1860 es la vigente al iniciarse la guerra de 1879, y que su vigencia queda reafirmada en la Reunión de Chorrillos por el Congreso que estaba en funciones.
El tenor del artículo 2º de la Constitución de 1860 a la letra dice: “La Nación es libre e independiente, y no puede celebrar pacto que se oponga a su independencia o integridad o que afecte de algún modo su soberanía”. Este era pues el espíritu imperante en  esa época.

Y siempre lo fue en el Perú: “No a la cesión territorial”.
Y continúa más adelante: “De ahí porqué don Francisco García Calderón, jurista de gran talento, parlamentario distinguido y conocedor profundo del orden constitucional, sabía que no podía suscribirse válidamente un tratado con cesión del territorio y buscaba por todos los medios lograr convencer a los negociadores de la invalidez de efectuarlo legalmente, como Presidente de la República.
La voluntad peruana, manifestada públicamente por todos los sectores, era contraria a la celebración de la paz con entrega de territorio. Pero al margen de este loable deseo, debemos tener en cuenta el principio constitucional vigente que prohibía todo cercenamiento territorial. De allí la preocupación de los presuntos vencedores de la guerra en conseguir un Gobierno que suscribiese un tratado en esas condiciones, documento al que tenía que dársele perdurabilidad a base de un predominio de la fuerza chilena sobre un país al que había que desmontar materialmente, por muchos años, a fin de que el tiempo convalidara lo que la ley  no permitía”.

Finalmente, Ugarte del Pino asevera: “A nosotros sólo nos resta afirmar, desde el punto de vista de la Historia del Derecho Peruano, que el Tratado de Ancón, al margen de toda opinión personal sobre sus suscriptores y las acciones que realizaron, fue un Tratado de Hecho y no de Derecho”
“El Tratado de Ancón, pues, se suscribió en unas condiciones formales de total falta de libertad y capacidad de las personas que lo suscribieron a nombre del Perú. Era evidente que no hubo libertad de negociación. Que incluso hubo presión internacional y que el documento tenía vicios de nulidad insalvables ante el Derecho y la Historia”.
Malhadado, aberrante e ilegal Tratado de Ancón, que además fue incumplido en varias de sus cláusulas por la parte chilena, destacando la transgresión referente  al Plebiscito acordado para, a los diez años, resolver la cuestión pendiente sobre la soberanía de los territorios de Tacna y Arica. Amén de la ocupación indebida e ilegal de la Provincia de Tarata.
A todo lo expuesto cabe agregar, que la soldadesca chilena que ocupó nuestro territorio durante su salvaje “guerra de conquista”, perpetró contra la población peruana una serie de actos violatorios de los Derechos Humanos, que como conocemos, no prescriben jamás.

EN EL SEGUNDO CAPÍTULO: 
“Los antecedentes históricos de la Cuestión”
Villacrez Riquelme asevera que: “Se expone la secuencia de nuestras relaciones político militares entre nuestros antecesores el Imperio Inca y los Mapuches (Hoy Chile), se hace una referencia al Virreinato del Perú y la Capitanía General de Chile, como fuente de conflicto permanente, luego la Etapa Republicana, la formulación de la Doctrina Portales (Chile), con la direccionalidad agresiva contra los países vecinos especialmente contra el Perú, luego la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1836), la Guerra contra España en 1866 cuando fuimos aliados Perú-Chile y en menor proporción Ecuador y Bolivia…..” Posteriormente, pasa a ocuparse de la Guerra del Pacífico (1879-1883), no en forma pormenorizada sino destacando algunos reprobables actos que sólo reflejaban en el “Caín de América”, nos dice el autor, su “insanía  y  odio contra el Perú”. Llegamos así hasta el 20 de octubre de 1883, fecha de la suscripción en Lima por el Perú y Chile del aberrante Tratado de Paz y Amistad, más conocido como “Tratado de Ancón”, porque en dicho balneario se suscribió y del cual ya nos hemos ocupado.

El mismo González Prada ha dicho sobre el particular: “La sangre derramada en los campos de batalla, los capitales destruidos en el incendio, las riquezas perdidas en el saqueo de las poblaciones muy poco significan. en comparación de los males que inficionan el organismo de las naciones vencidas. El perjuicio causado por nuestro vencedor no está en los asesinatos, en las devastaciones ni en las rapiñas; está en lo que nos deja y nos enseña”.
Y más adelante agrega: “Si Grau se levantara hoy del sepulcro, nos diría….Es inútil repetir sus palabras: todos adivinamos ya qué deberes hemos de cumplir, adónde tenemos que dirigirnos mañana”.
A continuación, el Tratado de Lima y su Protocolo Complementario  de  03 de junio de 1929, por el que perdemos Arica y Tacna retorna a la soberanía peruana.
Llegamos así, nos dice el autor del libro que prologamos: “..a  1975 cuando el General Juan Velasco Alvarado estaba decidido en hacer que vuelvan esos territorios de Arica y Tarapacá al Perú con sus consignas emitidas el 01 de enero de ese año, “Por la fuerza nos quitaron, por la fuerza volverán” y la consigna a las unidades blindadas que pasarían la frontera hacia Arica, Tarapacá y Antofagasta, “Orugas al sur”, que todos recordamos”. “….que culminó con la traición del General Francisco Morales Bermudez”.

EN LOS CAPÍTULOS TERCERO Y CUARTO: 
“Las relaciones internacionales luego de la Segunda Guerra Mundial”  y “La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y los temas controversiales por territorios en el mundo”.
Se destaca también en la obra, la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por la Carta de San Francisco del 26 de junio de 1945, con el fin de organizar la paz futura y mejorar el intento fracasado de ello, que significó la Sociedad de la Naciones en 1919, al término de la Primera Guerra Mundial. 
Quedó establecido que ningún país aceptaba la “conquista territorial” y como muy bien dice el autor del libro: “..se dieron normas que son de obligatorio cumplimiento para todos los países con el fin de restaurar la justicia histórica de los pueblos que fueron afectados en su independencia o en la mutilación de su integridad territorial, en cualquier época pretérita”. Agregando: ”Se presenta tres resoluciones de Naciones Unidas la Nº 3314, la 1514 y 2625, que son de obligatorio cumplimiento para todos los países pertenecientes a la ONU y que indica claramente la obligatoriedad que tienen de devolver los territorios conquistados”.
Consígnanse los antecedentes históricos y su actual vigencia de los casos de Gibraltar, Macao, Islas Malvinas y del Canal de Panamá. Venezuela y el Esequibo. El Sahara Occidental.

EN  EL QUINTO CAPÍTULO:
“Tarapacá desde la óptica de territorios conquistados”.
En este Capítulo, luego de describir de manera detallada y precisa lo que significa la “Conquista territorial”, se reitera por el autor el pensamiento central consignado en su libro la invalidez del Tratado de Ancón de 1883 y el hecho que los territorios de Arica y Tarapacá, sí califican para que nuestro Gobierno solicite en las Naciones Unidas su correspondiente reincorporación a la soberanía peruana. Algo que evidentemente debió hacerse en forma inmediata después de impuesto por los chilenos, el malhadado e ilegal Tratado, lo cual  jamás se hizo por negligencia y cobardía de los gobernantes de turno.
El siguiente pensamiento expresado por el gran poeta tacneño Federico Barreto Bustíos, llamado “El Cantor del cautiverio”, sirve de colofón a tan importante esfuerzo histórico desplegado por el distinguido Capitán del EP (r), “Comandante  47”, don  Eloy Villacrez Riquelme: “Tacna volvió, Arica y Tarapacá volverán”. ¡Que así sea, por tratarse de tan noble y loable causa de interés nacional!

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