martes, 7 de junio de 2016

ARICA: "LA PLAZA NO SE RINDE...QUEMAREMOS EL ÚLTIMO CARTUCHO"


MI CORONEL:
                     Grande es morir; más con la frente enhiesta es heroica actitud, interrogando, al Destino con labios de protesta: mas vale el pueblo que murió luchando que el que solo vivío, de fiesta en fiesta, en la enervante paz del ocio blando... Digno es el héroe que la vida exhala por la patria, que cantes su querella...La Guerra del Pacifico es proeza que apenas pudo Marte haber soñado, ya que es sueño la vida de los hombres, El Morro, frente al mar, en sus anhelos de dominar todo, parecía nave, levantando la proa hasta los cielos.¿Porque quiso la suerte que en la cumbre del morro fuera la feral batalla?  Es el héroe, es el ultimo espartano, mi Coronel Bolognesi, eres el viril guerrero,que, suspenso entre el cielo y el océano, resucito las glorias del acero, no estaba como Aquiles, tan armado, sin armas casi combatió; mas pudo caer sobre su escudo de soldado: sobre su corazón, que era su escudo. Nunca olvidemos la respuesta al mensajero chileno: "TENGO APENAS UN GRUPO DE SOLDADOS; PERO TENGO A LA VEZ LOS MAS SAGRADOS DEBERES QUE CUMPLIR : LA VOZ ESCUCHO DE MI CONCIENCIA QUE MORIR ME MANDA; Y MORIRE....DESPUÉS QUE EN LA DEMANDA HAYA QUEMADO EL ULTIMO CARTUCHO"...Sencilla y sublime, como el verso grabo la Patria en su marmóreo cenotafio esa frase de heroica bizarría, que, como el sacrificio presentía, tuvo la brevedad de un epitafio...En su sentir Ricardo Palma dejo escrito este mensaje: 
Si tu afán era subir y alzarte hasta el infinito
ansiando dejar escrito tu nombre en el porvenir
bien puedes en paz dormir, bajo tu sepulcro, inerte,
mientras que la Patria, al verte, declara enorgullecida,
que si fue hermosa tu vida, fue mas hermosa tu muerte.
https://drive.google.com/file/d/0B5fs1eWddoPaVHgzVDhQZDR1cWs/view?usp=drive_web
SI.....JURO

LA GLORIOSA EPOPEYA DEL MORRO DE ARICA
Señor Coronel Francisco Bolognesi Cervantes

Antecedentes de la Batalla de Arica
El Comando Chileno luego de la captura del “Huascar” y a pesar del revés sufrido en Tarapacá (27 nov1879), al disponer del control del mar, decide iniciar  operaciones militares en Tacna utilizando el soporte logístico de buques de transporte que había dispuesto Inglaterra para el uso del traslado de su contingente, es así que en los primeros días del año 1880, desembarcan en Ilo 9 mil hombres de todos las armas, buscando disponer de la organización en tierra que les permita atacar Tacna, luego de algunos enfrentamientos, donde el más serio es el Combate de los Ángeles en Moquegua, imponiéndose por sus efectivos y tecnología en armas, debemos comprender, los defensores de Moquegua, eran guardias nacionales, personal enrolado a filas para mantener el orden, al haber concentrado el Comando Peruano las fuerzas en Tacna.
Desde ese mes de enero de 1880 hasta mayo, el contingente chileno llega a sumar  25 mil  hombres de todas las armas, es importante mencionar que el Comando del Ejército Chileno no tenía experiencia, ni conocimientos para hacer este tipo de operaciones logísticas y de actividades preparatorias para un ataque de esa envergadura, de ahí se deduce que el asesoramiento y realmente la conducción militar fue hecha por personal británico que venía de hacer operaciones similares contra el Rey Zulú en el África.
Debemos tener presente que una operación como la que se describe es muy compleja, aun en épocas actuales, que existen recursos tecnológicos informáticos, por ello debemos meditar  que nuestro enfrentamiento fue realmente contra Inglaterra, ellos suministraban las armas, dinero y la tecnología organizativa, mientras que los muertos los colocaban Chile y el Perú. Fue realmente más fácil para el Imperio Inglés, porque en las otras guerras africanas y asiáticas, en búsqueda de recursos para solventar su desarrollo y hegemonía mundial, a ellos también les costaba muertos, en esta guerra  por el salitre, que era un producto estratégico, los miles de muertos fueron peruanos, a Inglaterra no le costó un soldado y acumuló riqueza y poder.
Es así que se llega al 26 de mayo, la estructura militar chilena se había acercado al Cerro Intiorco (Cercanía de Tacna), lugar donde se parapetaron las fuerzas aliadas del Perú  y Bolivia, el choque fue brutal, fue la batalla más sangrienta hasta ese entonces, los cálculos son de casi 20 mil muertos y heridos de ambos bandos, en casi 10 horas de combate, al anochecer las fuerzas  aliadas se repliegan hacia Tarata, llevando mas de mil heridos, el choque fue de tal magnitud que los mandos del ejercito chileno faltos de experiencia en estos combates de gran magnitud, pierden el control y el mando, al punto que no pudieron HACER LA EXPLOTACION DEL ÉXITO, esto es, una vez que uno de los bandos se retira, ya sea haciendo una acción retardatriz o maniobra en retirada, como fue lo que hizo el ejército aliado, al concentrarse en Tarata. En el argot militar no se puede negar que Chile se impuso, porque logro su objetivo alcanzar Tacna, debió continuar operaciones para destruir en su totalidad la capacidad de respuesta de nuestro ejército  aliado, el tema fue que tampoco nosotros pudimos hacer una contraofensiva por las divergencias en el comando Aliado y la intencionalidad del ejército Boliviano de retirarse hacia su país.

Esto fue muy bien entendido por Bolognesi  y calculó por informaciones que le llegó a Arica, luego de la batalla de Tacna (Alto de la Alianza), sobre el vagabundeo del ejército chileno en el desierto de Clemesì, sin control ni mando, dedicándose al saqueo y asesinato, en esa condición de desorganización lo hacía sumamente vulnerable. Tomando en cuenta el retiro de los bolivianos, nosotros los peruanos disponíamos de dos grupos muy bien organizados, las tropas en Tarata y Pachia, cerca de 5 mil hombres, que muy bien conducidos hicieron la maniobra en retirada y las fuerzas de Arequipa, con algo más de efectivos, que habían adelantado a Moquegua.
Bolognesi, envía el 27 de mayo un propio (jinete)  al, Almirante Montero que estaba en Tarata, para expresarle que aun se puede vencer al enemigo, realmente existían tres agrupamientos organizados y con mandos efectivos, Tarata, Arica y Locumba (Coronel Leyva-II ejército del Sur, Arequipa)
Aquí vienen los famosos telegramas a Locumba y Moquegua instando al Coronel Segundo Leyva a  avanzar hacia el desierto de Clemesi y aprovechar que el ejército chileno estaba disperso y sin mando efectivo, una acción simultánea de nuestras fuerzas, de Tarata, Arica y Arequipa, inclinarían la balanza  a favor nuestro.
Este es uno de los telegramas  
APURE LEYVA, LA HORA, DE LA DIGNIDAD, CORAJE, FIRMEZA Y VALOR, ESTAN A LA MANO, NO LAS PERDAMOS.
LA PATRIA ASI LO DEMANDA, DESTROCEMOS AL ENEMIGO, QUE PRUEBEN EL FILO DE NUESTRAS BAYONETAS.
Leyva nunca movilizó sus tropas es mas ordenó retirarse a Arequipa, era un oficial pierolista, lo probable era según lo investigado, años después, que Nicolás de Piérola no le interesaba una victoria de unidades militares que no le eran de su interés y una victoria contra Chile en el Sur cuestionaría su vigencia como presidente al haberse apoderado del gobierno en plena guerra. Con unidades de Tarata y Arica, sin caballería, era muy complejo y arriesgado iniciar una ofensiva  contra la huestes desarticuladas de Chile, las fuerzas de Arequipa si estaban muy bien pertrechadas, en todas las armas, con estos efectivos se inclinaría la balanza a nuestro favor.

La Batalla de Arica
Con estos antecedentes, Bolognesi comprendió que la suerte estaba echada, el nivel de desorganización del ejercito chileno era tal que recién el 04 de junio, esto es luego de OCHO días, recién el Comando chileno está en condiciones de iniciar operaciones contra Arica, sabían muy bien que la guarnición era muy pequeña.
Misión del Mayor  Ej. Ch. Juan de la Cruz Salvo: Ofrece rendición honrosa, esto es que respetarán la vida de todos los que depongan las armas y se les permitirá embarcarse para dirigirse al Perú.
Ante esta dignísima respuesta de Bolognesi al parlamentario chileno, de “Que lucharan hasta quemar el último cartucho”. Hay un baldón, el Teniente Coronel Pierolista Agustín Belaunde, deserta antes de la batalla, en un acto de cobardía, cuando expresa a Bolognesi que debían rendir la plaza, recibe como respuesta “Su actitud no es digna y es rastrera, por tanto no podía alternar con guerreros dignos como eran los otros combatientes, Oficiales y Tropa”, disponiendo su detención. Luego, burlando la vigilancia, escaparía, no se conoce como llegó a Tacna, algunos indican que salió por la Quebrada de Camarones hacia Bolivia, pero lo que resulta increíble, años después es premiado por Pierola, al hacerlo Diputado por Tayacaja, una población que ni siquiera conocía. Para gloria nuestra, el resto de soldados y oficiales, sabiendo su destino, aceptaron el sacrificio para dejar una página epónima en la historia de nuestra Nación.
El cañoneo chileno  se inicia el 06 de junio con fines intimidatorios, para que se entienda que era imposible resistir, sin embargo son rechazadas las primeras avanzadas de combate. “Gran entusiasmo. Enemigo hizo 264 cañonazos y guarnición 71. No hay desgracias. Jefes agradecen saludo Arequipa. Felicito en su nombre al país por el día”.
Aquel sería el último mensaje transmitido por la guarnición de Arica.
Se llega al 07 de junio, ante la férrea oposición de nuestras tropas, el general Baquedano acordó con su Estado Mayor efectuar el asalto a las posiciones peruanas al amanecer.Se encomendó la responsabilidad del ataque al coronel Pedro Lagos.
EL ASALTO
Al iniciarse el crepúsculo náutico matutino (luz del día), estaban posicionados para el ataque el 3ro y 4to. De línea y el Buin  con caballería en apoyo, Carabineros de Yungay, avanzaron uno detrás del otro por las pampas del cerro. Cuando nuestros centinelas avizoraron al enemigo, se rompió el silencio, y se iniciaron los disparos a mansalva. Las posiciones peruanas se iluminaron y los soldados y oficiales se prepararon para repeler el feroz ataque.
El asalto a los fuertes Este y Ciudadela fue sangriento en extremo. No se dio ni se pidió cuartel. En la plaza del Ciudadela, los sobrevivientes de los batallones peruanos al mando del coronel Justo Arias Araguéz opusieron una dramática resistencia imbuidos por la valiente y enérgica actitud de su comandante, quien a pecho descubierto, sin kepí y espada en mano, se paseaba por la plaza alentando a sus hombres. Finalmente, cuando el heroico coronel cayó en su puesto rechazando los llamados a la rendición con un sonoro !no me rindo! !viva el Perú carajo!  ya nuestros defensores habían sido superados y prácticamente diezmados hasta el último hombre: Por lo menos, el noventa por ciento de los soldados peruanos del Ciudadela y casi la totalidad de sus oficiales perecieron en combate.
Surgió entonces un desigual combate  de cuatro contra uno, cuerpo a cuerpo y una épica resistencia que sólo terminó cediendo por el empuje violento de la gran masa de soldados. Ante la superioridad numérica chilena, el coronel José Joaquín Inclán dispuso, conforme a órdenes recibidas, replegar sus tropas sobre los reductos de Cerro Gordo, ubicado a 200 metros del morro. Hacía ahí se inició una nueva progresión de las tropas chilenas y otro asalto a la bayoneta. Aquel encuentro acabaría con la vida de casi toda la tropa del Artesanos de Tacna, y con la mayor parte de oficiales, incluyendo la del valiente comandante de la división, Inclán, quien pereció en lucha cuerpo a cuerpo, y su jefe de Estado Mayor, coronel Ricardo O'Donovan.
Al comprobar que el mayor peso del ataque se sucedía en el sector este, Bolognesi dispuso que la Octava División bajo el coronel Alfonso Ugarte, reforzara el flanco oriental. En cumplimiento de sus órdenes, los 530 hombres de la división emprendieron un largo y difícil recorrido cruzando la explanada y las calles de Arica, intentando llegar a las faldas del morro, fueron diezmados uno tras otro y los sobrevivientes debieron replegarse hacia el morro sin haber podido alcanzar su objetivo. Entre humo, balas, heridos y cadáveres, los restos de la división, medio batallón del Tarapacá y medio del Iquique alcanzaron a duras penas el morro. Entre los oficiales muertos se encontraba el joven jefe del Tarapacá, coronel Ramón Zavala, ante esa situación se produce el sacrificio de Alfonso Ugarte al evitar que la bandera de guerra de su unidad, confeccionada por las damas ariqueñas, caiga en manos del enemigo.
Después de ocupar en cruento combate todo el sector este y luego de masacrar a los sobrevivientes de la Séptima División que se habían concentrado en las escaleras de la catedral, los regimientos chilenos se lanzaron entonces contra el morro, objetivo final del ataque. En la cima, nuestras tropas organizaron lo que sería una última y cruda resistencia.
Las últimas defensas fueron cediendo al infernal ataque. Desde las baterías bajas, la infantería peruana y los marinos de la Independencia intentaron contener el asalto, pero nada pudieron hacer ante el empuje de los asaltantes. Allí sucumbieron los comandantes navales Cleto Martínez y Adolfo King. Un nuevo repliegue concentró a los últimos defensores en la meseta del morro. Ahí, virtualmente sin trincheras ni reductos, a campo descubierto, unos 500 sobrevivientes peruanos encararon a los miles de adversarios; hicieron fuego, recibieron nutridas descargas y fueron cayendo uno por uno sin dar ni pedir cuartel. Perdida prácticamente la batalla, el coronel Bolognesi dispuso, como último recurso, activar las cargas de dinamita para volar el morro y evitar que el armamento cayera en manos enemigas, pero los hilos eléctricos habían sido previamente cortadas por estos, por lo que únicamente las baterías lograron ser destruidas. A partir de ahí, los últimos oficiales y soldados peruanos en pie se trenzaron con los cientos de atacantes en un épico combate a pistola, bayoneta y sable sin igual en la historia de América Latina.
En el cenit del combate, ubicado en uno de los sectores del morro, el coronel Bolognesi y otros jefes, revólver en mano, animaban a sus hombres a no desfallecer... hasta que, literalmente, agotaron el último cartucho.
Confundidos finalmente estos oficiales entre asaltantes y defensores, en una batahola que no conocía rangos ni condiciones, fueron ultimados en el fragor de la cruenta lucha. Abatido por sendas descargas Francisco Bolognesi cayó sobre el suelo y fue rematado con la culata de un rifle en la cabeza. Juan Guillermo Moore cayó también, rechazando la rendición y redimiendo así la pérdida de la Independencia. Similar suerte corrieron sus compañeros Armando Blondel y tantos otros, que debemos recordar con respeto y admiración.
Cerca de las 9:00 de la mañana, desde la rada del puerto, vista la pérdida de la batalla, el comandante del Manco Capac, Jose Sánchez Lagomarsino, antes de entregar su nave, la hundió.
Es la página más brillante de heroísmo que la historia militar puede recordar
Bolognesi siempre vivirá en el alma de los peruanos y algún día esa tierra por la que dio la vida, se reintegrará al Perú, de nosotros los peruanos depende.
Viva el Perú
LA JUNTA DIRECTIVA DE LA ASOCIACIÓN PATRIÓTICA POR LA RECUPERACIÓN DE ARICA Y TARAPACÀ-ASPRATA, EN EL DÍA DE HONOR Y GLORIA PARA EL PERÙ, EL 07 DE JUNIO DE 1880

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