lunes, 7 de febrero de 2011

A PROPOSITO DE INJURIANTES EXPRESIONES CONTRA ALMIRANTES DE LA MARINA DE GUERRA DEL PERU

ESCRIBE EL CONTRALMIRANTE HUGO RAMÍREZ CANAVAL
La inconcebible reacción destemplada del presidente nos preocupa. No debe olvidar que “respetos guardan respetos”. Deben de haberlo agarrado en ayunas. Tampoco tan poco… Esa es su manera natural de ser frente a quienes por Ley, lo tienen como Jefe Supremo. ¡Lo cual está muy mal! Ha hablado como hablaban los gamonales de principios del siglo pasado. Ante la pregunta de un periodista con relación a los comentarios de dos dignos oficiales de marina, que ya preocupados por los dos decretos de urgencia, en su relación con la venta de la isla de San Lorenzo, manifestaron su extrañeza y la inconveniencia del Decreto Supremo que levanta la reserva a las aguas de la Base Naval del Callao, el ahora “no amigo” de militares y policías que funge de Jefe Supremo, ha dado rienda suelta a su por algunas horas aguantado verbo prepotente, muy lejano del amigable y “servicial” lenguaje con que fue a Chile, o más cerquita, acá mismo, cuando se refiere a los caviares que le dicen barbaridad y media, todos los días.

Entérese usted, estimado lector, de lo que ha dicho refiriéndose a dos señores almirantes. Es una ofensa a toda la institución. Debe de haber estado frente a un espejo, fastidiado con lo que veía, porque las frases que ha dicho, están íntimamente ligadas –diría que reflejan– a él y a sus propios actos. Parecería que hablaba de sí mismo. ¿Será la consciencia? Yo no soy analista –ahora cualquier plumario es analista– pero voy a comentar cada frase. Así, ha dicho: “Aquí hay personas que se creen dueños del Estado y no son más que empleados que deben obedecer las órdenes del gobierno civil”.

Comento: Justamente, mirando el espejo, dice: “Aquí hay personas que se creen dueños del Estado”. Estaba hablando de él mismo. Debo aclararle al ciudadano García: más empleado –y temporal, no más– es él, que un señor almirante. El almirante es un profesional servidor del Estado, que alcanza ese grado después de 30 años de vida austera, dura y sacrificada,

(él no sabe de qué estoy hablando), y siempre será almirante. Mientras que García pronto pasará a ser un simple ex. Pero tendrá sus ahorritos para vivir bien.

Sigue la frase con: “Cada cierto tiempo se toman el gobierno, lo destruyen, lo destrozan en golpes militares y ¿van a darnos lecciones a nosotros?”. Así dijo. Yo digo: No. Los militares nunca le van a dar lecciones en ese terreno. Él, García, sí sabe destruir un país! Nunca, en ningún gobierno militar hemos tenido el país tan destrozado como cuando García gobernó. Ya no se acuerda de la salvaje inflación que nos dejó y se fue a vivir muy bien en París. Sí se acuerda, porque estaba mirándose en el espejo. Le digo que ningún gobierno militar ha puesto al país tan desguarnecido como él, lo está dejando, y además todo vendido… TODO VENDIDO. Pobre Perú.

La frase termina con una mirada profunda al espejo, y dice: “Cada uno a lo suyo y cada chancho a su rancho”. Comento: Si hubiera terminado su frase en “cada uno a lo suyo”, hubiera quedado mejor. Podría entenderse: “yo a seguir vendiendo el país” y “ustedes a defender su mar”. Pero esa consciencia que a nadie deja tranquilo, lo empujó a decir eso de “cada chancho”. Cada chancho… Se tiene cólera. ¿No?

Estimado lector, no cree usted que este hombre debe estar sufriendo de un largo período de pesadillas y de remordimientos que no le dejan dormir, y como el todopoderoso que se siente, le salen los caprichitos y se las agarra con quienes no podemos –por decentes y por patriotas– tomar las calles y ocupar las carreteras, para hacernos respetar, como sí hacen y siempre han hecho otros peruanos, frente a gobiernos prepotentes y desacreditados.

Su antipatía a militares y policías desde la altura que ocupa y con el poder que tiene, lo están llevando a actuar como enemigo, y por ese odio a ellos, por atacarlos a ellos, está llegando a actos de traición a la Patria, no solamente descuidando –adrede– la Defensa Nacional, sino, desmantelando cuarteles y bases, vendiendo a los chilenos a precios ínfimos, que llaman la atención… y fomentan comentarios (¿?).

Creemos que es totalmente adecuado pedir a todos los candidatos, que adviertan al presidente García, que quien llegue al sillón de Pizarro, anulará las ventas que este gobierno en salida, haya realizado con esos dos DU que ha sacado con tanto apuro.

Es una vergüenza lo que el mundo está viendo: el presidente del Perú, a 5 meses de dejar el cargo ¿será que hay que aprovechar?.

Saca decretos de urgencia, esos que en naciones civilizadas sus gobiernos lo hacen siguiendo todos los requisitos reglamentados –y nunca el gobernante solo y violando leyes– solamente para resolver casos de real urgencia económica, casos de emergencia, como una guerra inesperada, un gran terremoto, las terribles inundaciones, etc, pero no para vender el país, y peor aún, si se vende para asegurar la no construcción del megapuerto del Callao, que no le costaría nada al Perú.

Es público y notorio que este gobierno ha sentenciado que no debe construirse –traicionando al Perú– porque los chilenos no quieren la competencia que le haría a su megapuerto de Mejillones, en construcción. Para eso cuentan con la decidida colaboración del Presidente del Perú, su fiel ministro de Transportes y los servidores de Pro Inversión, dispuesto a cualquier acto que conduzca al logro de esa majadería chilena.

Ese es el propósito principal de los decretos de urgencia 001 y 002 del presente año, con los que se viola la propia Constitución y varias leyes. Podrán ser tres, cuatro, los que sea necesario para tranquilizar a nuestros nerviositos vecinos del sur. A pesar de su eficiente “quinta columna” y amigos como el presidente, los tenemos en 20 uñas!

El presidente antimilitar

Por Víctor Robles
El ataque verbal lanzado contra los almirantes Jorge Montoya y Alfredo Palacios por el presidente Alan García indica que en la personalidad de éste subyace el espíritu antimilitar de los apristas de viejo cuño, aquellos que guardan aún una profunda aversión a lo castrense.


Sus propias palabras lo confirman cuando alude al viejo golpismo para rebatir los argumentos de Montoya y Palacios, en vez de responderles con argumentos. García ha recurrido al agravio (“golpistas”, “empleados”) en vez de usar argumentos.


La fobia presidencial es absurda en estos días, pues la injerencia militar directa en la política ha quedado sepultada en el pasado, no existe más. Hoy las fuerzas armadas son instituciones comprometidas con la democracia.


Las declaraciones de los almirantes Montoya y Palacios en contra de la concesión de las aguas de la base naval del Callao a un proyecto privado se enmarcan en esa realidad. No hay ninguna intención golpista detrás de ellas.


Tampoco hay justificación alguna para que el presidente los desprecie llamándolos “empleados” cuando son profesionales calificados que cumplen un rol constitucional importante. Es cierto que las FFAA le deben obediencia al poder civil, pero éste también le debe respeto a toda la nación.


Lo peor es que ese sentimiento antimilitar ha inducido al presidente a cometer el grave error de relegar a un segundo plano la Defensa Nacional, un aspecto que es vital para toda nación. Éste es el problema de fondo.


Por eso su gobierno carece de políticas de defensa y seguridad nacional; éstas se han dado según la buena o mala disposición del ministro de turno. La excepción positiva fue la gestión de Rafael Rey, quien encaró los problemas y tomó decisiones para resolverlos. Si no hizo más fue por falta de apoyo.


El Estado tiene mecanismos institucionales encargados de la defensa, como el Consejo de Defensa Nacional, al cual debió pedírsele su opinión sobre el uso de las aguas de la base naval del Callao para el proyecto del muelle para minerales.


Como García no pidió esa opinión antes de levantar la reserva, la Marina se ha visto obligada a hacer escuchar su voz, para hacer público el problema y pedir que se cumpla lo que manda la Constitución, nada más.


El ex Comandante General de la Marina, Alfredo Palacios, ha señalado que la medida “restringirá en la rada interior sus operaciones y maniobras, y además impedirá el desarrollo de futuros proyectos de la Marina”, perjudicando así la defensa del Perú.


También, según Palacios, afectaría “las gradas de construcción y diques flotantes del astillero del Servicio Industrial de la Marina, –único de alto bordo en el país–, lo cual reduciría su capacidad de construcción de buques de alto bordo y los procesos de reparación de todas nuestras unidades”.


Si esto es verdad, la preocupación de ese instituto es justa y razonable, por lo tanto el presidente García debe convocar al Consejo de Defensa Nacional para discutir y analizar el reclamo de los mandos navales.


Sobre estos hechos, y llevado por su ignorancia en la materia, un columnista obsesionado con el ex ministro Rey y el Almirante Luis Giampietri, ha culpado a estos de los graves errores cometidos por el gobierno aprista.


En honor a la verdad debo recordarle que fue Alejandro Toledo quien desarticuló nuestra defensa al desactivar 68 bases contra terroristas, dejar sin presupuesto a las FFAA y desatar la persecución indiscriminada contra los policías y militares que lucharon por la paz. Un sector del Apra respaldó ese despropósito en su momento.


Rey y Giampietri, por el contrario, han sido dos voces solitarias y persistentes en este gobierno reclamando rectificar el error y fortalecer la defensa. De hecho la gestión de Rey como Ministro de Defensa ha sido aplaudida por los Institutos Militares.


Pero volviendo al tema de fondo, éste sigue abierto: El presidente García está yendo contra la Constitución si persiste en levantar la reserva de las aguas de la Base Naval del Callao obviando la consulta previa al Consejo de Defensa Nacional. Está obligado a hacerlo por mandato constitucional, no tiene otra opción.

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