domingo, 17 de octubre de 2010

FUERZAS ARMADAS Y POLICIA NACIONAL

Por: Johnny Montalvo Falcón

Hay algunos temas obvios que ni siquiera deberían ser discutidos. Por ejemplo sin DEFENSA es inviable la permanencia en el espacio geográfico-político-económico de cualquier Estado y sin SEGURIDAD los ciudadanos de cualquier país vivirían en el absoluto caos donde no imperarían la Ley y el Orden, sino la violencia y el “derecho del más fuerte”. Por esta razón, en cualquier Estado que se precie de ser “desarrollado” o del “primer mundo”, los militares y los policías no sólo cuentan con los implementos necesarios para cumplir con sus difíciles y complicadas misiones, sino que además de contar con un salario digno (que permita una VIDA DIGNA para ellos y sus familias) tienen muchas otras facilidades y beneficios para ellos y sus familias, porque se les reconoce el mérito de estar ejerciendo actividades de “guardián” de todo el Sistema. En los países en vías de desarrollo que van emergiendo también se les reconoce a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional todas las facilidades y beneficios que dentro del progreso económico que se experimenta se permitan. Por esta razón, los salarios y otros beneficios de uniformados y policías en Brasil, Chile y Colombia son mayores que en nuestro país. Pero entonces surge una pregunta de inmediato: ¿no se dice desde hace más de diez años que el Perú está creciendo económicamente “como nunca”? De ello se deriva otra pregunta: ¿está beneficiando también ese crecimiento a quienes tienen el deber y cumplen la función a diario de proteger esa expansión económica tanto en el frente externo como en el interno? La respuesta es obvia, dada la continua y silenciosa protesta de nuestros uniformados y policías: NO!

He tenido la oportunidad de dictar clases en el CAEN y de asistir a diversos cursos en Defensa y Seguridad que dictan las Fuerzas Armadas y he tenido el privilegio de visitar muchas instalaciones militares a lo largo y ancho del país y conozco “desde dentro” la labor que cumplen nuestros marinos, aviadores y soldados todos los días en los climas más inclementes y muchas veces sin la logística necesaria para cumplir su misión y muchas veces da rabia que los escándalos en las altas esferas de poder saquen a la luz negociados de miles de millones de soles que pudieron haber tenido otro fin para nuestra sociedad. Del mismo modo, he sido funcionario del Ministerio del Interior, donde hice grandes amigos de la Policía Nacional (y algunos héroes de “carne y hueso” como los que capturaron a Abimael Guzmán) y donde descubrí el alto nivel de profesionalismo no sólo de los oficiales sino también de muchos suboficiales que a pesar del mínimo sueldo que reciben del Estado cumplen sus funciones a diario sin “protestar” aunque tengan que hacer otras labores para poder darle un futuro mejor a sus hijos. Las familias de los militares y policías forman parte de la sociedad civil y por lo tanto también tienen derechos fundamentales. Y me atrevo a decir, que dadas las circunstancias históricas que nos toca vivir en este “tiempo”, esas familias deberían recibir la atención prioritaria de nuestra sociedad, porque la existencia de nuestro Estado y su seguridad diaria dependen de los militares y policías.

En teoría los “extremos” no se tocan, pero en el Perú siempre sucede lo impredecible. Desde fines de los años ochenta comenzó a nacer un discurso antimilitar en el neoliberalismo que trataba de imponerse en el Perú con las políticas que después serían conocidas con el nombre de “Consenso de Washington”. La lógica de estas ideas ha ido madurando y se resume más o menos en lo siguiente: “Si no hay conflicto externo las Fuerzas Armadas deben reducirse al mínimo y en el mejor de los casos debería existir sólo una Guardia Nacional que tenga tanto las labores de defensa exterior como de policía”. Jaime de Althaus y Aldo Mariategui siguen más o menos este patrón. De otro lado, la izquierda marxista-leninista-maoista siempre tuvo un discurso antimilitar porque en la teoría marxista siempre se deberían crear unas nuevas Fuerzas Armadas con el añadido de “Populares”. Pero cuando los marxistas en los noventas devienen en “caviares” e inundan las Universidades y ONGs tergiversando la historia real que ocurrió en el Perú de los últimos años del siglo pasado y señalando en el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (¿a propósito, alguien lee ese EXTENSO Informe?) que en el Perú hubo una “guerra interna”, un “conflicto” entre el “partido” Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas y Policía Nacional “Violadoras de Derechos Humanos”, no queda más que preguntarse si no es verdad que en el Perú ocurren cosas extrañas, porque aquí los extremos sí se juntan y los liberales criollos y los marxistas quisieran que nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional dejarán de existir.

El tema ni siquiera merece discusión: LAS FUERZAS ARMADAS Y LA POLICIA NACIONAL SON INDISPENSABLES EN NUESTRA SOCIEDAD. Y eso conlleva a que las familias de nuestros uniformados y policías tengan una vida digna y decente. Tan mal estaremos en esto y tan confundidos, que hoy en día vemos como se quieren recortar derechos adquiridos a los militares y por esto será también que ha crecido la candidatura de una personaje “caviar”, que lo que empezó con las famosas palabras de Kouri cuando dijo que “si prosperaba su tacha la candidatura de Susana Villaran le parecía interesante”, que siguió con el apoyo de Jaime Bayly (otro que pide desde la televisión que desaparezcan nuestras Fuerzas Armadas) y algunos medios que irresponsablemente quieren hacer resurgir a esa Izquierda de donde nacieron los dos movimientos terroristas (SL y el MRTA) que casi pusieron en peligro la existencia de nuestra República. Es momento que los peruanos reflexionemos sobre todos estos temas y sepamos lo necesario que es mantener unas Fuerzas Armadas y Policía Nacional operativas y cumpliendo sus funciones.

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