domingo, 4 de octubre de 2015

FORTUNA HUMALA-HEREDIA

Las agendas de Nadine Heredia habrán de probar, cuando el proceso contra la pareja presidencial se instale durante el próximo gobierno, que la señora urdió un vasto y prolijo esquema de levantamiento de fondos en Venezuela y en Brasil. Con esos dineros negros la pareja gobernante ha amasado una fortuna considerable que les ha permitido vivir como habían soñado y adquirido, utilizando testaferros, una serie de inmuebles que habría sido imposible obtener de un modo limpio.
Es cierto que el mensajero no es el puritano que algunos esperaban. Es un hombre de pasado discutible y ambicioso que podría haber encontrado la oportunidad para crearse una catapulta electoral con miras a las próximas o siguientes elecciones. Pero nada de eso invalida el contenido de los documentos. Aun si hubiesen sido sustraídos, aquellos breves volúmenes de páginas manuscritas serian legítima prueba. ¿No fue una ladrona heroica, Matilde Pinchi, la que nos permitió acceder por primera vez a la filmoteca procaz de Fujimori y Montesinos? ¿No es un ladrón altruista el señor Julian Assange? ¿No fue un ladrón histórico Daniel Ellsberg, el analista que le entregó a la prensa los trascendentales Papeles del Pentágono?
Las agendas que hemos podido revisar tienen un material riquísimo para las futuras investigaciones. Prescindiendo de las banalidades y las minucias, lo que está detrás de este Nadinegate es una conducta sistemática dirigida a hacerse con dineros de auspiciadores que confiaban en el resarcimiento apenas llegara el señor Humala al poder. Por eso el gran trasiego de cifras y cuentas empieza el año 2009, cuando el nacionalismo era la primera fuerza de la oposición y se perfilaba como un verosímil relevo constitucional para el 2011.
No interesa cuánto disfruten los partidos políticos adversarios del humalismo de la masacre probatoria que se viene. Lo inamovible, lo indiscutible es que el contenido de las agendas va a representar el final de la carrera política de Nadine Heredia, esa señora con vocación de buganvilia que supo llevar de narices al marido por los caminos de la viveza transnacional.
Y que no venga la derecha a decir ahora que el chavismo de Humala ha quedado al descubierto. La pareja recaudó fondos de Venezuela hasta llegar al poder. Una vez en él, vendida a la CONFIEP y afines, cosechó entre brasileños lo que había sembrado en años precedentes. Y siguió siendo fiel y segura servidora de la derecha, a la que ha representado exhaustivamente. Los papeles de la señora demuestran hasta qué punto el cuento del nacionalismo revisor de cuentas y tratados de libre comercio fue un invento de Heredia para crear una "firma electoral" merecedora de grandes espónsores.
El asunto era llegar al poder para comprarse lo que se pudiera: desde un depa en París hasta los soñados muebles Ferrini a 30,000 soles la mesa.
De modo que contemos: Fujimori, Toledo, García, Humala: cuatro gobiernos conservadores que se entregaron a la corrupción (de donde, dicho sea de paso, procedían). ¿No será hora de cambiar? Y no hablo de elegir a alguien de esa izquierda que oscila entre Santos y Siomi Lerner sino de ese milagro laico que muchos esperamos: un peruano que sólo quiera gobernarnos sin entrar a saco en las arcas públicas, un peruano que venga de lo mejor de nuestra historia, del linaje que fuimos perdiendo, un peruano que no tenga un séquito de malvivientes y omnívoros aduladores. Un peruano que no dé vergüenza.

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