jueves, 30 de julio de 2009

EL MEJOR DETECTIVE DEL MUNDO

Sherlock Holmes

Hallándose corto de recursos, el Dr. Watson busca con quién compartir un departamento en la ciudad de Londres; y es así que se topa con Sherlock Holmes en la vivienda del 221-"B" en Baker Street. En esos momentos Holmes estaba entusiasmado por sus nuevos descubrimientos acerca de la hemoglobina en la sangre. Aún no se imaginaba el Dr. Watson que, tras el interés científico se hallaba un fascinante detective, y que su vida habría de convertirse en un perpetuo asombro ante los usos y salidas de su casual inquilino.

Hecha la presentación, Watson recibe el siguiente comentario de Sherlock Holmes, que lo sorprende:

"-Por lo que veo Ud. ha estado en Afganistán. -¿Cómo diablos lo sabe Ud?- Pregunta asombrado Watson. -No se preocupe- dijo él riendo por lo bajo. -De lo que hoy se trata es de la hemoglobina-"
Con esa salida irónica, y en apariencia distraída, el detective posterga la intriga del buen doctor. Varias páginas después habría de explicarle lo de su tez quemada, siendo él blanco, de porte militar, médico, y tener una cicatriz; que todo hacía indicar que se trataba de un recién llegado de las colonias.
Así concluye Holmes: "-¿En qué país tropical ha podido un médico del ejército inglés pasar por duros sufrimientos y resultar herido en un brazo? Evidentemente en Afganistán-"
Esta deducción elemental, fue la primera que recibió el Dr. Watson en su largo recorrido investigatorio al lado del mejor detective del mundo.

EL MUNDO CELEBRA HOY EL SESQUICENTENARIO DE ARTHUR CONAN DOYLE,
EL CREADOR DEL GRAN SHERLOCK HOLMES

Hace 150 años nació Arthur Conan Doyle, padre y autor del detective más famoso de todos los tiempos Sherlock Holmes. Aunque en honor a la verdad, el celebérrimo personaje, luego de algunos años de existencia, no sólo opacaría por completo a su mismísimo creador, sino que también sería causa de alguno de sus celos y desgracias.

Es así que, Arthur Conan Doyle en una carta que escribe a su madre en 1891, le dice: "Estoy pensando en darle muerte. No me deja pensar en mejores cosas". Lo que, por cierto, intentó en tres oportunidades sin mayor fortuna. En 1884, luego de 26 aventuras publicadas, Doyle decide terminar con el héroe por primera vez. Lo hace arrojar en un turbulento precipicio, en Reichenbach, por un tal Dr Moriarty, al cual lo presentaba como el "Napoleón del mal". La reacción no se dejó esperar, Inglaterra entera se declaró en duelo nacional, inaugurando siete años de recriminaciones y cientas de cartas a The Times. Que Arthur Conan Doyle no tuvo más remedio que resucitarlo. Igual resultado tuvieron los otros dos intentos filicidas.

Hasta la creación de Sherlock Holmes, Arthur era un joven médico que se dedicó a escribir novelas históricas, al estilo de su admirado Walter Scott. Huelga decir, que por entonces era a penas un ilustre desconocido; aunque al mismo tiempo, y menos mal, era un hijo del positivisno, tan caro a los ingleses de la época, y andaba entusiasmado en los vericuetos de lo científico y lo demostrativo. Razones que serían, a la larga, el trinfo principal del debutante Sherlock Holmes. El celebérrimo detective que apareció por primera vez en un estudio en Escarlata, Reminicencias de John H. Watson, antiguo doctor del departamento médico del ejército. La novela fue rechazada por varias editoriales, hasta que Ward, Lock & Co. compró los derechos por 25 Libras Esternilas en 1886. Lejos estaba el fracasado escritor de imaginar que había dado al mundo un personaje para toda la eternidad, a nivel mundial.

En posteriores narraciones Arthur Conan Doyle, antes de su muerte, prestigió a su personaje en el "Sabueso de los Baskerville o la Aventura de la Banda Moteada", temas en los cuales, ese mecanismo deductivo y la lógica empírica empleada por su personaje, se torna cada vez más compleja y, a la larga, apasionante influído por el Inspector Dupin de Edgar Allan Poe; el autor hace de su personaje un verdadero mago de la observación, Holmes conoce así, los que todos ignoran, puede ver lo que nadie ve. Por ello, en muchas de las obras, lo más importante no es descubrir al criminal, sino el tren de silogismos que lo ponen en evidencia.

Sherlock Holmes posee, por lo demás, toda una parafernalia que lo hace para siempre inolvidable. Empecemos por el atuendo, una capa y un gorro de doble visera. Sigamos por la pipa, ya parte inevitable de su rostro. Sin, por supuesto, olvidar la morfina y otras drogas tan en boga en la segunda mitad del siglo XIX. Amés de sus desplantes, ironías y refinamientos, su pedante opinión de Scotland Yard que el consideraba "lo mejor de lo peor".

Sospecho que bien se puede poner fin a este merodeo en torno a Sherlock Holmes con el "área de sus conocimientos" anotada por el Doctor Watson en el Estudio Escarlata:

1. Literatura: Cero. 2. Filosofía: Cero. 3. Astronomía: Cero. 4. Política: Ligeros. 5. Botánica: Desiguales. Al corriente sobre la delladona, opio y venenos en general. Ignora todo lo referente al cultivo práctico. 6. Geología: Conocimientos prácticos. distingue de un golpe de vista la clase de tierras. Después de sus paseos me ha mostrado las salpicaduras que habían en sus pantalones, indicándome, por su color y consistencia, en que parte de Londres había saltado. 7. Química: Exactos. 8. Anatomía. Profundos. 9. Literatura sensacionalistas: Inmensos. Parece conocer con todo detalle todos los crímines perpetrados en el siglo. 10. Toca el violín. 11. Experto boxeador y esgrimista de palo y espada. 12. Posee conocimientos prácticos de las Leyes de Inglaterra.

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