domingo, 20 de marzo de 2016

Ojo a los cuarteles, la columna de Cecilia Valenzuela

Cecilia Valenzuela
El sábado 27 de febrero, el director de Inteligencia del Ejército, el general Marcelo Valverde Neyra, amigo e integrante de la promoción del presidente Ollanta Humala, convocó a Lima a los 24 jefes de las unidades de inteligencia del Ejército del Perú. Todos debían estar el lunes, a primera hora, en su sede, en el Cuartel General en San Borja, para una asamblea urgente. La reunión se realizó entre el 29 de febrero y el 3 de marzo y su temática fue: “Los riesgos y escenarios del proceso electoral 2016”.
“Desde los tiempos de Montesinos no se movía a los jefes regionales de las unidades de Inteligencia del Ejército, a nivel nacional, para ver temas electorales” me dice la fuente castrense con la que contrasto y confirmo esta información. “En la cúpula de la institución solo se habla de las encuestas que el SIE, el Servicio de Inteligencia del Ejército, está haciendo en todo el país por orden del presidente” añade.
Nueve de los once generales de división que dan las órdenes y manejan el Ejército en este momento fueron ascendidos el 2015 y el 2016 por voluntad expresa del presidente Humala. Uno de ellos, el que está a cargo de la Blindada en el Rímac (la que tradicionalmente ejecutó los golpes de Estado), ha sido su jefe en la Casa Militar y se ha encargado de las millonarias adquisiciones que se han hecho en Rusia; dos son sus amigos y pertenecen a su promoción, y los otros dos pertenecen a la promoción de su hermano Antauro.
Los que no le deben el ascenso no están en puestos operativos; uno ha sido designado al Comando Conjunto y el otro a la Junta Interamericana de Defensa en Washington.
¿Qué hacen el Servicio de Inteligencia del Ejército y los generales, estrechamente vinculados al presidente, analizando los “riesgos” del proceso electoral?
Las declaraciones ofrecidas en conjunto por el primer ministro, Pedro Cateriano, y por el presidente del Congreso, Luis Iberico, el lunes último, negando, ambos, la posibilidad de que se posterguen las elecciones del 10 de abril, parecían un deseo antes que una ratificación. Un clamor a la esposa del presidente Humala, que en su rol de presidenta del partido de gobierno, no hace otra cosa que cuestionar el sistema electoral y agudizar las tensiones políticas provocadas por los recientes fallos del JNE.
El viernes 11, por orden de Nadine Heredia, los nacionalistas renunciaron a participar en las elecciones y retiraron la candidatura de Daniel Urresti. Los argumentos que esgrime el oficio que el partido le envía al JNE, y que incluye la firma del presidenteHumala, calzan para justificar una interrupción del proceso en marcha: el partido de gobierno acusa ausencia del principio de la certeza electoral, denuncia falta de coherencia en los jurados nacional y especiales a nivel nacional, y afirma que se ha afectado de manera negativa el proceso de elecciones generales 2016.
¿Heredia está presionando a su marido para que patee el tablero? Ya lo convenció para que firme un controvertido documento, olvidando su cargo y su responsabilidad como jefe de Estado.

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