lunes, 10 de octubre de 2011

MARINA DE GUERRA DEL PERÚ

MIGUEL GRAU SEMINARIO: TRASCENDENTE LEGADO
El día 8 de octubre se celebró el 132° Aniversario del Combate Naval de Angamos, fecha de júbilo nacional que nos invita a recordar la figura del Gran Almirante del Perú, Miguel Grau Seminario, un hombre cuyo comportamiento es digno de resaltar como mensaje de ejemplo por ser honra y gloria del Perú y del mundo y cuya cabal efigie adquiere mayores relieves en el transcurso del tiempo. Marino, héroe, ciudadano, político, estratega, ideólogo, líder, de cuyo accionar se rescata el mensaje que con su vida nos legó. Su ejemplo es una fuente de altura, de carácter, de elevados y superiores reflexiones y estímulos que nos dejan un transcendente legado, no solo de sacrificio y entrega como el héroe que se inmoló en defensa de la patria en el Combate de Angamos, sino también por su testimonio de vida y su manifiesto sentido del deber y de servicio a la patria.

Como político, siendo diputado por la Provincia de Paita, se desempeñó como parlamentario entre 1876 y 1878, con una actuación digna demostrando gran responsabilidad e integridad, tanto en los temas vinculados a la Marina –ejerció la presidencia de la comisión de Marina– como sobre diferentes materias de interés nacional. Como líder con su capacidad de convocar, orienta y dirige a sus subalternos logrando cumplir los objetivos propuestos por él y por la patria. Su capacidad de movilización e influencia no se fundamentaba en su autoridad y poder legal formalmente recibido, sino en una relación de adhesión espontánea y voluntaria de quienes trabajaban a sus órdenes. Su sola presencia era suficiente para amalgamar voluntades positivas en torno a un objetivo.
Su profunda convicción sobre el deber que se impuso Grau como forma de vida cotidiana lo condujo por el camino del heroísmo y del sacrificio. Ante la inmensa superioridad de fuerzas de la escuadra chilena con respecto a la peruana, Grau, como presagiando lo que el futuro le deparaba dijo: “si llegase el caso, el Huáscar cumplirá con su deber, aun cuando tenga la seguridad de su sacrificio”. Nuestro máximo héroe nacional consagrado como “El peruano del Milenio”, es un paradigma, una imagen histórica que nos dejó un profundo legado de heroísmo y sacrificio superior, una grandeza de sentimientos, un conjunto de virtudes del más alto valor religioso, moral y ético y un ejemplo del significado del cumplimiento del deber, que todos debemos imitar.
Bajo este panorama cabe resaltar la importante iniciativa de la Marina de Guerra del Perú, con auspicio de la empresa privada, por el lanzamiento de la campaña “Somos Grau, Seámoslo Siempre” con el fin de desarrollar valores cívico patrióticos dentro de nuestra sociedad, y promover, con el trascendente legado de nuestro máximo héroe Miguel Grau, la identidad nacional, una conciencia histórica de integración y unidad, así como un estímulo de fe en el destino de nuestra patria.

ALMIRANTE MIGUEL GRAU, EJEMPLO DE VALORES

• Miguel Grau héroe nacional
Con ocasión de celebrarse el 190° aniversario de la creación de la Marina de Guerra del Perú y conmemorarse el 132° aniversario del glorioso Combate Naval de Angamos del 8 de octubre de 1879, es importante recordar la figura de nuestro gran Almirante Miguel Grau Seminario, no sólo como el héroe que a los 45 años, en la plenitud de su vida, se inmoló abordo del monitor “Huáscar”, dando muestras de un indiscutible heroísmo y dejando un legado de valor y sacrificio para todos los peruanos, sino también como un hombre de valores, de cuyo accionar se rescata un profundo mensaje de acción y de principios muy elevados.

El gran almirante del Perú es reconocido en todo el mundo como uno de los más importantes héroes navales de todos los tiempos. Su gran acto de heroísmo se basa en la convicción profunda que tenía sobre el deber y la entrega para con su patria. Aunque sabía que iba a enfrentarse solo contra una escuadra de 8 acorazados y que probablemente le esperaba la muerte a él y a su tripulación, así y todo salió a combatir con heroísmo y entrega total. Antes de la guerra, Miguel Grau expresaba: “La Patria debe esperar todo del Huáscar. Aunque es un buque fuerte, no puede compararse a los acorazados enemigos. Morirá combatiendo. La Marina de Guerra presentará combate aunque no haya otra alternativa que la muerte. Os puedo asegurar que si el Huáscar no regresa victorioso, yo tampoco he de regresar”.

Miguel Grau se ganó el honroso titulo de “Caballero de los mares” porque no hizo escarnio del enemigo cuando lo venció y respetó su vida, salvó a los chilenos náufragos del “Esmeralda” e, incluso, rescató y entregó los restos de los caídos a sus familiares en Chile, evitando, además, la destrucción de poblaciones inermes. Las cartas que escribió en medio de la guerra no muestran una sola injuria hacia el enemigo.

Fue un demócrata a carta cabal. En 1872, a raíz del golpe de estado de los hermanos Gutiérrez, se pronunció en contra de esta inconstitucional actitud liderando un movimiento a favor de la estabilidad democrática y del orden constitucional. Como político, entre 1876 y marzo de 1879, fue diputado con una foja impecable, análoga a la desplegada en la escuadra, brindando al Congreso una de las actuaciones públicas más dignas que tenga memoria la vida republicana. Fue un hombre trabajador, honesto, respetuoso y solidario, que amaba al Perú. La vigencia de su trayectoria, los valores que su vida refleja, son un conjunto de principios que dan consistencia y coherencia a las acciones de un grupo humano en el tiempo. Miguel Grau forja su personalidad al pie de firmes convicciones éticas, entre las cuales, la fidelidad al deber y el servicio a la nación, además de su valor, destreza y humildad, son expresiones naturales, son las raíces profundas que el Perú debe reforzar. Nuestra población requiere seguir su ejemplo –particularmente los actores políticos que guían los destinos de nuestro país–, deben seguir su testimonio de vida e imitar permanentemente su liderazgo, su integridad, su rectitud, su honestidad, su desprendimiento y su amor a la patria.

Por su heroísmo y sus ejemplos de valores, la figura del gran Almirante convoca a los peruanos de todas las generaciones, es por eso que en 1984 al escenario de sus hazañas se le denomina, por Ley 23856, “Mar de Grau” y en el 2000 todo el Perú lo eligió, en forma espontánea, como el ”Peruano del Milenio”.

El historiador peruano Jorge Basadre Grohmann nos brinda un certero resumen sobre la personalidad y firmes convicciones éticas del Almirante Miguel Grau: “Fue un hombre comprometido con su tiempo, con su país y sus valores. Fue honesto y leal con sus principios, defendió el orden constitucional y fue enemigo de las dictaduras. El héroe de Angamos siempre estuvo en la línea de afirmación de las normas morales y las tradiciones de la República”. El heroísmo y los valores que nos legara el gran Almirante Miguel Grau, por su profundo significado, son una lección que perdurará en la memoria de los peruanos de todas las generaciones y que superará el devenir de los siglos.
EL ALMIRANTE GRAU Y SU ADVERTENCIA DE IMPREVISIÓN
Con justa razón este 8 de octubre durante el aniversario del Glorioso Combate Naval de Angamos se resaltó la heroicidad y sacrificio de nuestro gran héroe, el Almirante Miguel Grau, el peruano del milenio, quien hace 132 años abordo del Huáscar se inmoló en defensa y por la gloria y honor de nuestra Patria, dejándonos con su ejemplo un gran legado que los peruanos deberíamos seguir. Sin embargo poco se reflexiona sobre la imprevisión en la seguridad y defensa nacional que motivó la deplorable situación operativa de nuestras unidades navales para enfrentar la guerra con Chile, y que el Almirante Grau había advertido reiteradamente.

Durante la década de 1870 el Perú no invirtió recursos para el Ejército ni la Marina por lo que nuestra eficacia combativa era muy limitada, a diferencia de Chile que había invertido considerables montos en su material bélico. El 5 de julio de 1876 Miguel Grau deja el comando del Huáscar para servir en el Congreso, por haber sido elegido Diputado. Como político integró la Comisión de Marina, denunciando el pésimo estado de los buques y abogando por recursos. En enero de 1877 pidió licencia para viajar a Valparaíso a traer los restos de su padre, fallecido en dicho puerto. A su retorno, informó al Gobierno su honda preocupación al haber constatado el poderío de los blindados chilenos Blanco Encalada y Cochrane, así como la preparación bélica de sus fuerzas militares.
En mayo de 1877 Miguel Grau fue nombrado Comandante General de la Marina, presentando al Gobierno la “Memoria de Marina”, donde expone la mala situación operativa de nuestros buques, solicitando la adquisición de nuevas unidades y armas para reforzar la escuadra. Regresó al Congreso en julio de 1878 e insistió en sus pedidos. En sesión del Congreso del 11 de setiembre de dicho año, la cámara de diputados tomo conocimiento de dicha Memoria y la archivó.
Ante la evidencia de la guerra, el 26 de marzo de 1879, deja el Congreso para comandar nuevamente el Huáscar. Al declararnos la guerra Chile, el 4 de abril de 1879, de nuestros seis buques, solo el monitor Huáscar y la corbeta Unión estaban operativos; los cuatro restantes presentaban serias limitaciones por falta de materiales y repuestos principalmente para calderas y maquinas. La escuadra chilena nos aventajaba ampliamente en entrenamiento, cantidad de unidades, desplazamiento, blindaje, poder de artillería y modernidad.
Lastimosamente después de tantos años existen muchas similitudes entre estos episodios y la situación actual. La historia que debiera ser una excelente maestra, no ha servido para revertir la irreflexión, ligereza y miopía política que no permiten visualizar la necesidad de mejorar la seguridad y defensa de nuestra Patria. Miguel Grau lo alertó en su época y no fue escuchado. Las consecuencias de esa funesta guerra se encuentran escritas en todos los libros de historia del Perú.
Es muy pertinente reflexionar sobre los alcances de las palabras del Secretario General de la OEA, el chileno José Insulza, manifestadas el 23 de setiembre pasado en Washington durante la presentación del nuevo Foro de la Paz: “Aunque la guerra nos parezca muchas veces impensable, no necesariamente es imposible”.

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