Por: Pamela Sandoval Del Águila
Domingo 16 de Mayo del 2010
En un español fluido, el mismo que le facilitó las labores que como infiltrado realizó para la Policía de Los Ángeles (EE.UU.) cuando investigó a las organizaciones criminales que azotaban los barrios latinos de esa ciudad, Sergio G. Díaz evoca un sinnúmero de anécdotas registradas en más de 30 años. El relato de sus experiencias en dicha unidad, de la que fue jefe desde mayo del 2007 hasta marzo de este año, fue uno de los más esperados por decenas de policías peruanos, que asistieron a las charlas sobre interdicción antidrogas organizadas por Cedro el 23 y 24 de abril, en el Centro de Esparcimiento de la PNP, en La Molina. El Comercio aprovechó su visita para hablar de la situación de la policía nacional.
¿Qué diferencias encontró entre el problema de las drogas en Los Ángeles y en Lima?
Son mundos distintos, pero con retos similares. La diferencia crucial es que aquí se consume y se produce la cocaína. En Los Ángeles tratamos con redes de comercio, que se inician en México y llegan hasta EE.UU., y con los consumidores, que año tras año van en aumento.
¿Se podría hablar de un perfil para el policía antidrogas?
Sí. El policía antidrogas debe tener experiencia previa y una hoja de vida intachable. Un novato no puede integrar esta unidad, salvo en el programa de informantes encubiertos. Además se requiere buena condición física, estabilidad familiar, experiencia de trabajo en la calle, capacidad de persuasión, disciplina.
¿Cuál es el principal obstáculo que enfrenta ese tipo de policía?
Ganarse la confianza de la gente, y de eso hablé en la conferencia a mis colegas. Si no confía en nosotros, la gente no denuncia los delitos.
El artículo 299 del Código Penal del Perú permite la posesión de hasta dos gramos de cocaína, así como otras sustancias en cantidades pequeñas, para el consumo propio. ¿La legislación en Los Ángeles contempla algo similar?
La única droga con la que ocurre eso en California es la marihuana. La ley dicta que se puede llevar hasta una onza, unos 28 gramos, para consumo personal. Portarlos amerita una infracción, es decir, no podemos encarcelar a esa persona. La tenencia de otras drogas sí está totalmente prohibida.
¿Considera que el nivel de confianza de la gente en su policía atraviesa momentos críticos?
Sí. Como policías tenemos la ventaja de que, cuando hacemos nuestro trabajo bien, tenemos contactos con los medios para difundirlo. Pero si las cosas salen mal no hablamos. Esa fue otra de mis recomendaciones: el policía no debe huir de la prensa.
Por su labor, un policía suele estar expuesto a coimas. ¿Qué tanto significan el sueldo y el interés de la institución para evitar casos de corrupción?
En Los Ángeles la corrupción entre policías es rara porque el personal está relativamente bien remunerado. Pero la corrupción no solo implica dinero. Claro que es imprescindible no verse tentado a hacer cosas impropias para darle de comer a la familia, pero también influyen aspectos como la protección y el respaldo que brinda la institución.
¿Cuál es el balance que hace de la visita que realizó al Perú?
El interés de los colegas peruanos por aprender sobre herramientas que ayuden a mejorar la labor contra la delincuencia y las drogas es muy alto. Es una muy buena señal porque el ánimo y la predisposición del policía es vital para concretar avances en temas de seguridad.
LA FICHA
Nombre: Sergio G. Díaz
Profesión: Policía
Edad: 56 años
Familia: Esposa y dos hijas
Trayectoria: Ingresó al Departamento de Policía de Los Ángeles (EE.UU.) en 1977. Trabajó cinco años en el Grupo de Narcóticos de esa unidad. Continuó su carrera hasta ser nombrado jefe del departamento, en el 2007. Pasó al retiro en marzo de este año.
Lo manifestado por el Policía de Los Angeles es muy cierto, el Policía tiene que tener el respaldo de su Institución y más aún del gobierno, lo cual no ocurre en el país; más de 20 años que no se les considera su bienestar, y la base de ello estriba en las buenas remuneraciones de sus efectivos y pensiones para los que ya pusieron el pecho por la Patria cuyos resultados son latentes "vivir en democracia con paz social para gobernar".
Y lo principal que se debe tener en cuenta a estas recomendaciones, es lograr volver a tener la confianza de la población en su Policía; hoy en día, sólo SERENAZGOS se pasean por las calles de Lima en automóviles, camionetas, motocicletas, bicicletas y a pie incluso acompañados de canes brindando protección, ejerciendo la función básica de la Policía como lo es la PREVENCIÓN.
Ya no existen los policías de mi barrio, los Policías en bicicleta que controlaban a los miembros del orden que rondaban por las calles de los distritos, principalmente con mayores efectivos en las zonas más peligrosas (Centros de abastos, terminales de trasportes, paraderos de centros educativos, etc); también, los Policías en patrulleros, si "esos en carros negros por fuera y plomo por dentro y tres miembros del orden adentro", ahora sólo se les ven en Bancos, Casinos, Supermercados y en obras de construcción, donde van a recibir un dinero extra para de alguna manera casi completar la canasta familiar (Cachuelos exclusivos para Policías en vacaciones, pero que ahora lo hacen en sus días francos con el consiguiente desgaste físico para desarrollar la función principal en las comisarías). He visto a Oficiales usando uniformes del peronal subalterno para resguardar bancos y acompañar serenos.
El respaldo de la institución y el gobierno hacia el Policía debe darse en la construcción de viviendas en villas, principalmente para el Personal Subalterno, que lamentablemente viven en asentamientos humanos y otros lugares hacinados donde polula la delincuencia; con que moral se quiere tener una policía respetable.
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