El Día Que Estalló la ciudad de Lima
El " Limazo I "
Arde el Centro Cívico de Lima y amenaza al diario "Correo", entonces (1975) tomado por el gobierno militar. A la derecha, un saqueador pierde un pie.
El `Limazo' de 1975 -esa orgía de vandalismo y saqueo desaforado- que se desató en las grandes ciudades del Perú, en las que el bienestar y la miseria contrastan dramáticamente, la química social es inestable y el estallido siempre posible si se juega irresponsablemente con las ilusiones legítimas de la gente, en este caso los reclamos ignorados, las demandas nunca escuchados, de la Policía Nacional del Perú.
Era el 5 de febrero de 1975, empezó con una llamada telefónica a las 5 de la madrugada :
-¿Sabe usted que hay una revolución? -dijo una mujer anónima-.
¿Que en este momento el Ejército está atacando al Cuartel de Radio Patrullas en La Victoria?
Me vestí apresuradamente y dirigí mi entonces muy trajinada carcocha hacia la avenida 28 de Julio, escuchando los disparos a medida que me acercaba.
De vez en cuando el tronar de una ametralladora pesada opacaba al resto.
Ya clareaba el día cuando alcancé, como parte de un gentío excitado, la esquina con Andahuaylas, divisando el muro del cuartel y un patrullero aplastado frente al portón principal. Un tanque le había pasado por encima derribando el portón y terminando con toda resistencia.
Vi un charco de sangre al lado de una pared lateral marcada por impactos de bala y en el vecindario circulaban versiones de una masacre dentro del cuartel, y de la fuga de guardias hacia las casas aledañas. Después la agencia Reuters hablaría de 30 muertos en Radio Patrullas mientras el gobierno reduciría las bajas a 6.
Con los diarios confiscados, y la radio y televisión tomadas por el gobierno militar, la mayoría de la población no estaba al tanto de que había una huelga policial.
Esta se originaba en un reclamo salarial, pero lo que había desatado la confrontación era un incidente ocurrido en Palacio, en el que un general había abofeteado a un guardia por permitir que un periodista se acercara demasiado al auto presidencial.
A las bajas frente a la tienda de ropa nadie las toca. Derecha, Cuando los gases lagrimógenos no sirven para nada.
Unos 1,000 policías se habían concentrado en Radio Patrullas, el cuartel de la 41 Comandancia, en gesto de rebeldía y protesta el día anterior, y la ciudad estaba sin custodios.
Las negociaciones durante la noche fracasaron y a las 3 de la madrugada el cuartel fue rodeado por tropa y blindados, los que atacaron después de que un coronel diera un cortísimo ultimátum, de diez segundos, con un megáfono.
Un fotógrafo de CARETAS, Juan Vilca, había logrado ingresar al cuartel el día anterior, e intenté hacer averiguaciones. Fue imposible acercarse y los que buscábamos cruzar la calle éramos alejados con tiros al aire. Era el epílogo nervioso de la batalla. (Después resultó que Vilca estaba apresado en la Prefectura)
Un grupo de policías fue sacado con las manos en la nuca por la puerta de Bausate y Mesa, pero cuando llegué después de dar el rodeo necesario ya habían desaparecido.
Aparecieron los diarios sin una palabra sobre los acontecimientos y hubo gente que en su indignación rompió ejemplares en la calle.
Entonces llegaron las primeras versiones que estaban saqueando tiendas en la Plaza Manco Cápac, y caminé hacia allá en una zona desprovista de vehículos y con mucha gente que corría.
Algo de desbarajuste capté antes de divisar con alarma las primeras columnas de humo en el centro de la ciudad y me dirigí apresuradamente hacia allá.
En la Vía Expresa yacía una caseta de tránsito arrojada desde un puente.
A llegar a la Plaza San Martín y asomarme al Jirón de la Unión presencié la primera escena de saqueo masivo. Al parecer los comerciantes habían sido sorprendidos sin tiempo para bajar las cortinas de seguridad. Hombres y mujeres salían cargados de ropa, artefactos eléctricos, comestibles y todo tipo de artículos, y a veces algunos de los saqueadores que llevaban una carga excesiva eran despojados por otros.
A lado mío se detuvo un motociclista con casco para observar también, y después de comentar con un extraño estusiasmo "¡qué bestias, ¿no?!", partió.
Llegué a la revista"Caretas" para reclutar reporteros y fotógrafos porque la edición había cerrado el día anterior, pero ya todos habían acudido y estaban trabajando. Volví a salir.
El caos era cada vez mayor y más destructivo.
Una inmensa humareda se cernía sobre la ciudad. Provenía del incendio del Centro Cívico, donde el ministro de Comercio general Luis Arias Grazziani había salido con una metralleta para intentar impedir la acción de los vándalos.
El local del Círculo Militar en la Plaza San Martín fue despanzurrado y se dice que alguien entró con una tea al Club Nacional, pero que al encontrarse con el entonces presidente de la institución Miguel Mujica Gallo, optó por salir desconcertado, `Gaviota' le habría dicho en los términos más enérgicos: "¡Jovencito, aquí está prohibido fumar!"
Los locales de los diarios Correo, Expreso y La Crónica en poder del gobierno fueron atacados, pero la borrachera del saqueo no tenía necesariamente bandería política y del vandalismo tampoco.
El gobierno recién reaccionó a las 2 de la tarde cuando salió una columna de tanques de la División Blindada y tropa de otros cuarteles.
Una turba se había acercado a la embajada de los EE.UU. amenazadoramente cuando se oyeron algunos cañonazos de advertencia y un diplomático norteamericano acuñó una frase notable: "¡Gracias a Dios por los tanques rusos!"
Entonces comenzó la verdadera balacera. En los manuales de los corresponsales de guerra se dice que más seguro resulta alejarse de las calles silenciosas en ciudades convulsionadas, porque allí están los francotiradores y los polígonos de tiro más peligrosos. Ese principio no regía el 5 de febrero de 1975 en Lima. Los disparos podían venir de cualquier esquina con patrullas de soldados novatos -muchos serranitos imberbes- con el corazón acelerado y el dedo en el gatillo.
Fuimos optando por observar los acontecimientos desde el techo del edificio La Nacional y algunas de las memorables fotos de estas páginas fueron captadas desde allí.
El blanco del saqueo era una tienda de ropas El en la Av. Emancipación. En la acera yacía un muerto y un herido que se desangraba, pero la turba pasaba sobre ellos al entrar y salir cargada de lo que quedaba. Periódicamente una tanqueta aparecía para espantar a la gente, disparar hacia el interior del local como quien lo fumiga de insectos, y seguir su ronda.
El muerto y el herido permanecían allí, y los saqueadores volvían a aparecer para llevarse los restos: un cenicero, un inodoro. A lo lejos vimos un helicóptero que parecía disparar hacia Chacra Colorada.
Se supo que el gobierno había decretado un toque de queda que regiría a partir de las 8 de la noche. Recordé que había dejado mi auto en La Victoria, pero con tanto saqueo consideré que nadie prestaría atención a semejante vejestorio. Así fue.
Al retirarnos de la azotea observamos a un desconocido junto a nosotros, un chico de unos 15 años, que llevaba puesto un terno nuevo que le quedaba enorme.
Al darse vuelta vimos la etiqueta y el precio. Lo sujetamos, le dimos un sermón y un buen susto, pero después lo soltamos quitándole la etiqueta de la manga. No le fuera a caer un tiro.
LA "SEPARATA"
CARETAS logró imprimir un encarte de ocho páginas que apareció con la edición Nº 509 un par de días después. El gobierno pronto la requisó, pero sólo parcialmente. Los canillitas escondían los ejemplares y luego los vendían a buen precio.
Ante este fenómeno el departamento de Doris Gibson, que quedaba en el mismo edificio La Nacional, fue allanado cortés pero infructuosamente. Después ella viajó a Arequipa con una maleta llena de los ejemplares prohibidos, como si fuera un cargamento de heroína.
Aventuras de la época, pero lecciones para el futuro.
Lima es una de esas ciudades que puede explotar en cualquier momento, Los gobiernos autoritarios que juegan con las expectativas del pueblo pueden estimular el caos y la violencia, y después verse obligados a tomar las medidas más drásticas para restaurar el orden.
El `Limazo' dejó más de 100 muertos comprobados, por lo menos 1,000 heridos de bala y daños materiales enormes. El toque de queda se mantuvo durante meses.
!!Fue la oposicion al regimen militar, y puede ser el principio del fin de la dictadura del gobierno aprista!!
Dicen que Lima es una ciudad conservadora y timorata, que no se compara con otras ciudades latinoamericanas que se han alzado contra dictaduras y falsas democracias. Quienes dicen esto no tienen suficiente memoria histórica para saber de lo que esta inmensa ciudad, equívocamente llamada de los reyes, ha sido capaz de hacer desde lejanas jornadas montoneras, hasta una larga lista de huelgas obreras, insurgencias urbanas y generalizados cierrapuertas. Pero entre los recuerdos más inquietantes están los del paro de la policía del 5 de febrero de 1975.
En plena canícula veraniega y sujetos al duro puño del gobierno del General Velasco, que creía mantener un control total sobre los acontecimientos, eran muy pocos los que podían imaginar que un día de esos la ciudad se convertiría en un campo de batalla. Los primeros días de febrero crecía un rumor sobre la posibilidad de una huelga policial. Se hablaba de demandas económicas, pero lo que se consigna como el desencadenante de la lucha es un incidente que se produjo entre un edecán militar y un sargento de la policía que fue insultado y abofeteado por el oficial del Ejército, que le reprochó haber dejado que los periodistas se aproximen demasiado al presidente.
Esto quiere decir que en el fondo de la protesta había un resentimiento profundo por el papel al que la institución policial, y en particular su rama más numerosa, la Guardia Civil, habían sido relegados dentro del régimen. La idea de que los militares los trataban como de una categoría inferior estaba en el corazón de los policías, así que cuando hubo que unirse contra la casta dominante la respuesta fue masiva. Al comienzo de la mañana, todo parecía extrañamente normal. Aunque no hubiese policía en las calles, la gente se dirigía a sus trabajos. Todo funcionaba.
Sin embargo, el rumor de los días anteriores ahora era la conversación de todo el mundo. Ha habido un enfrentamiento en el Cuartel de Radio Patrulla, en La Victoria y hay decenas de policías muertos, el Ejército se metió con tanques, era lo que se comentaba en todas partes. Era verdad un tanque había derribado las puertas pasando por encima de los patrulleros puestos como protectores. Los soldados habían ingresado al patio donde estaban los policías y habían disparado sobre ellos. Nunca se supo cuántos murieron y más o menos como ocurre con Bagua, quedaron flotando versiones sobre cientos o decenas de muertos, camiones con cadáveres y entierros clandestinos.
Los policías de Radio Patrulla salieron detenidos, embarcados en camiones militares, en escenas que evocaban precisamente las muchas veces que la policía llenó de obreros, campesinos o estudiantes, sus propios camiones con rumbo a las prisiones. Pero esa era la huelga de los que normalmente combaten las huelgas. Es decir, el Estado se había peleado con su propio brazo represivo. Y el resultado fue catastrófico, porque mientras se debelaba el movimiento, la ciudad reventaba en caos. Saqueos y ataques a edificios emblemáticos y medios de prensa, causaron las horas de terror más inciertas que se recuerden en el país. La huelga de los policías se convirtió en tiempo de vándalos.
Eran más o menos las 11 de la mañana cuando los trabajadores empezaron a salir de sus centros de labores porque el gobierno había decretado el cese de labores, la emergencia y el toque de queda y había sacado a los soldados a las calles. La ciudad se iba a llenar de incendios, destrozos y cadáveres.
En mayo de 1983 hubo una segunda huelga policial masiva dirigida por los sargentos Palomino, Santamaría, Pedraza, y Maldonado. Y en 1987 (del 15 al 18 de mayo) se realizó la tercera bajo el comando de Juan Cueva, los hermanos Pastrana, los suboficiales Sánchez y Zegarra. Estas dos huelgas demostraron que el movimiento de 1975 había cambiado el espíritu de muchos policías, que ya no aceptaban ser considerados la última rueda del coche estatal.
LA CRONICA ANUNCIADA DE LA VIOLENCIA INCONTROLABLE DESATADA EL 05 ABR 2010
CON MOTIVO DEL PARO MILITAR-POLICIAL
El domingo 04 por la noche, Lima Capital transcurría con total normalidad. Los viajeros más tardones retornaban plenos de tedio o laxitud a sus lares, luego de un obligado descanso de tres santurrones días de semana santa en que resulta práctica obligada de los últimos tiempos, el arrancarse como sea y a donde sea para la reflexión que impone la sacra fecha. Ninguno de los programas dominicales de noticias tocó en profundidad el asunto del anunciado paro militar policial del día lunes 05 de Abril. Muy de refilón el cogotudo Ministro del Interior había referido que la ciudadanía podía estar segura que tal manifestación no iba a ocurrir. El titular de Defensa ni chistó respecto del tema. Todo se confabulaba a crear un clima de indiferencia y claro escepticismo sobre la concreción de la huelga mencionada. Los tiempos han cambiado y atrás quedaron la unidad y agallas de los policías del ayer que trepidaron la escena social con los movimientos de los setentas y ochentas en que se reivindicaron derechos para los miembros de la históricamente postrada policía peruana. Tal es el criterio general.
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Asunto muy serio. Era precisamente algo de lo que más se temía. Si las Unidades de Control de Tránsito no salían a cubrir sus puestos de servicio desde las 6 de la mañana y tal como desde hace 80 años, el problema si era grave. Los policías de tránsito, esos hombres y mujeres ataviados de su típico casco blanco y chalecos reflectantes, sin duda son los únicos en entender y practicar el mítico arte de desembrollar cientos de nudos gordianos que la congestión vehicular provoca, todos los días del señor, en esta gran urbe. Únicos en dominar la intrincada relación entre el exorbitante parque automotor, la insuficiencia vial, con la degradada conducta del microbusero. A partir de las 7 de la mañana de hoy lunes 05 ya era perceptible la ausencia policial y ciertamente difícil circular por las avenidas principales de la ciudad. A las 8 de la mañana Lima estaba al borde del colapso. La vía expresa de Javier Prado no fluía ni para atrás ni para adelante, la del Paseo de la República de igual forma. Preocupantes informaciones dan cuenta del entrampamiento vehicular en las vías de Evitamiento, avenidas Caquetá, Túpac Amaru, Benavides y Primavera, entre otras. El corredor Grau daba la impresión de una gigantesca y longitudinal zona de parqueo de automóviles multicolores, sin el más mínimo movimiento pero con un estallido de bocinas y sirenas que resonaban en el encajonado granítico propio de la vía. Los ánimos de las gentes se tornan más angustiados conforme transcurren los minutos. Los empleados no llegan a sus oficinas ni los obreros a sus fábricas. Los escolares retornan a sus hogares o se animan a una pera casi forzada. Muchos pasajeros ponen pie a tierra y emprenden agitada caminata dirección a sus destinos. Serenos e infortunados agentes de seguridad privada se acomeden ante la situación y ofician de policías para ordenar en algo el tráfico pero todo intento es inútil – o no los toman en cuenta o les meten el carro – es la ley del más agresivo. Choques los hay por doquier y el consecuente arreglo también. Los hay de la manera alturada y de a patada limpia también. Ambulancias con pacientes infartados, taxis con parturientas, médicos que no llegan a sus quirófanos y hasta menesterosos choferes que constriñen su humanidad ante una inminente necesidad vesical o estomacal, son quienes peor denuestan este desorden infernal. Un helicóptero de la Aviación Naval que vuela con reporteros de TV transmite imágenes en vivo de una polícroma maraña vehicular con un mínimo y lento movimiento por los estrechos jirones del damero limeño, cuadras cargadas e intersecciones embotelladas; de momento los atolladeros en las vías expresas de Javier Prado y Paseo de la República no tienen desfogue pues muchas de sus vías de derivación se han obstruido por el tránsito encontrado o por autos recalentados que se plantaron en las pendientes, hecho que ha obligado a muchos conductores a utilizar las rampas de inmersión en sentido contrario terminando por colapsar el tránsito. Sálvenos quien pueda.
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Claro que se veía venir. Lo que sucede es que se esmeraron en crear una ficticia situación de normalidad al interior de las fuerzas armadas y de policía. Vendieron la idea que todo era tranquilidad y felicidad entre los uniformados. El ministro Salazar había reiterado con su demagogia de barato remilgado, que los miembros de la PNP: “…fieles a sus preceptos de disciplina y responsabilidad con sus obligaciones de servicio a la sociedad, como todos los días del año…” trabajarán con toda normalidad y que de ello la ciudadanía podía estar confiada. Si pues, pensar en una huelga policial a estas alturas era cosa de locos. De cualquier frente obrero o sindicato de trabajadores se puede esperar un paro, pero de la Policía, es inimaginable, pues aunque se la critica, se la ofende y se la acusa de las más aborrecibles prácticas, de ella no puede concebir que falten a su trabajo. Obviamente solo los mayores de 40 años tienen el recuerdo de las horas de barbarie que vivió Lima cuando la entonces Guardia Civil no salió al servicio y un Ejército ensimismado de la época, dio cuenta de un centenar de muertos solo en el centro de Lima a raíz de los saqueos acontecidos ese memorable 5 de Febrero de 1975 que marcó el principio del fin del gobierno del General Velasco. Entonces por ahí que nadie tomó sus precauciones y todo habría de conducirse a un normal día lunes cualesquiera.
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El Comandante “Pukaruna” se apresta a emitir unas breves declaraciones vía telefonía móvil desde algún punto desconocido de la capital a través de las ondas de RPP. La recia y temeraria figura de este jefe policial ha surgido estratégicamente en las primeras horas de hoy lunes 5 de Abril de 2010, anunciándose como líder del movimiento por la dignidad policial y militar. Precisa en su intervención, que este acto de ausentismo policial por el momento, obedece en principio a un propósito y una convicción estrictamente institucional y rechaza cualquier injerencia política partidaria de cualquier tienda. Señala que por primera vez en 35 años el gobierno y la sociedad pueden percibir lo nefasto que significan unas cuantas horas sin el servicio policial en las calles. Ha rogado que la ciudadanía perdone las lamentables consecuencias acaecidas en estas primeras horas de paro pero que tal decisión era inevitable como último recurso al que se pudo acudir dada la indolencia del ejecutivo por acceder a las justas demandas. Los aspectos esenciales de la reclamación los resume en el taxativo cumplimiento gradual del DS 213 que contempla la homologación de remuneraciones y pensiones en el plazo máximo de 12 meses a partir de la fecha y sin distinción de rangos ni situación policial. Igualmente la renuncia de los ministros del Interior, Defensa y de Economía y Finanzas así como de los Comandantes Generales de las FF.AA. y del Director General de la PNP por ser traidores y adversos a la conquista de los derechos de las grandes mayorías de la comunidad militar policial y/o por incapacidad moral y profesional para regir los destinos de sus respectivas instituciones. La intangibilidad de la cédula viva. Un incremento sustancial en los presupuestos de Defensa e Interior que permita restituir la dignidad de sus hombres en cuanto a cuarteles, uniformes y alimentación decorosa. La inmediata promulgación de leyes y/o modificaciones a los cuerpos legales y administrativos que garanticen un digno desempeño de militares y policías en los actos propios de su función, restituyéndose entre otras, la figura penal de Ataque a Fuerza Armada con penas hasta de cadena perpetua para quienes agredan a sus miembros en servicio. El restablecimiento de la línea de mando en base a auténticos planes de carrera y no de preferencias ni designios políticos proscribiendo la execrable causal de baja por renovación y asimismo el corte de la secuela de juicios o procesos disciplinarios contra los Técnicos y Sub Oficiales detenidos por su participación en actos de reclamo y su consecuente liberación y reincorporación al servicio. Advierte que no hay marcha atrás en la decisión de la unidad militar y policial en pie de lucha, si antes de las 00 horas de mañana, el presidente y su gabinete no se pronuncian públicamente respecto a la aceptación de cada uno de las demandas. Reitera que así como han peleado a ultranza por la defensa de los sagrados intereses de la nación contra el terrorismo y en la frontera norte, igualmente lo harán con idéntico espíritu combativo para defender sus legítimos derechos por cuya razón anuncian una radicalización de las acciones que eventualmente podrían llegar a la toma de cuarteles e instalaciones militares y policiales, incursiones en edificios y locales públicos de la alta magistratura, acciones de interdicción en servicios estratégicos o ulteriormente otras operaciones de mayor envergadura y especial connotación. Por razones de seguridad, el líder “Pukaruna” suspende la emisión del manifiesto pero deja la convicción de que se trata de alguien que ya quebró las barreras inhibitorias y está dispuesto a llegar al sacrificio. Denota el talante de aquellos que saben donde pisan.
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El presidente García había precavido personalmente el desarrollo de una serie de acciones de contingencia ante la eventualidad de un paro policial, hoy realidad. Entre otras disposiciones estaba el acuartelamiento de los efectivos de las grandes unidades de maniobra de la guarnición de Lima y Callao (Brigada de FF.EE., Fuerza de Infantería de Marina, DINOES-PNP etc.) para su empleo en el mantenimiento del orden y la seguridad pública. La conformación de un sector leal y obediente de la PNP compuesto por Oficiales de servicio en las reparticiones administrativas y educativas de la PNP. Oficiales participantes de los Cursos Básicos, Avanzados, de Estado Mayor y de Alto Mando, Cadetes de la EOPNP y alumnos del ITS-PNP que en total suman algo más de 2,000 efectivos y a quienes el Director General Hidalgo les rometió” el ascenso a la clase inmediata superior si de su valioso y leal comportamiento se obtiene el éxito en la misión de neutralizar los actos de indisciplina policial. También se tuvo previsto la composición de una reserva táctica a cargo de 1,000 serenos, licenciados de las FF.AA., pertenecientes a diversos municipios capitalinos, juntamente con otros 1,000 integrantes de las fuerzas de choque del Partido Aprista, a fin de que, llegado el caso, vestidos con uniforme PNP, pasamontañas y armamento reglamentario, salgan a apoyar cualquier operativo de restablecimiento del orden, encomendándosele a estos últimos la seguridad de Palacio de Gobierno. Estos también fueron objeto de una atractiva propuesta; de lograrse el objetivo señalado, serían incorpoados por la vía directa en calidad de Sub Oficiales de la PNP. No obstante haberse anticipado medidas, a la hora de la verdad pareciera que poco o nada de lo previsto surtió el efecto deseado. Un error de concepto fue encuadrar las operaciones a experiencias y planes pasados, concretamente 5 de Febrero de 1975 y 16 de Junio de 1987, cuando las FF.AA. eran el recurso ideal e incondicional para suplir a la Policía en esos trances. Recordemos que sus cuadros de Oficiales y Sub Oficiales gozaban de mejores, mayores y singulares bonificaciones pecuniarias y políticas de bienestar que las entonces fuerzas policiales, es decir la lealtad estaba asegurada. Lo más importante es que disponían, solo para la guarnición de Lima, de una fuerza superior a los 20,000 hombres perfectamente armados y apertrechados, listos para actuar aún con embebidos rezagos de un revanchismo o animadversión contra los miembros de la Policía. 35 años después las circunstancias eran absolutamente distintas. Empezando porque las remuneraciones y gratificaciones entre el personal militar y policial en actividad, salvo singulares condiciones de trabajo o servicio, son prácticamente equivalentes en su nimiedad. El número de efectivos de tropa del ahora servicio militar voluntario es la décima parte del que existía tres décadas atrás. Ni referirnos en el aspecto logístico al número de vehículos militares idóneos y en condiciones de patrullar la ciudad, pues es inimaginable pensar siquiera en unas 300 unidades motorizadas entre la dotación del EP, la MGP y la FAP en capacidad de salir al control de una población cinco veces mayor en número de habitantes, áreas pobladas y lacras sociales.
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Los minutos avanzan bajo dramáticos momentos de tensión político social. Aun cuando no estaba asegurada su plena participación, más allá de lo esperado, los señores Supervisores, Técnicos, Oficiales de Mar y Sub Oficiales de Ejército, Marina y Fuerza Aérea; o no han concurrido a sus respectivas unidades o ante un ausentismo marcado, han hecho abandono de servicio. Igualmente un grueso sector de la Oficialidad subalterna también ha hecho eco del sentir espontáneo y corporativo de aunarse a la medida de fuerza. Del grado de Comandante para abajo, salvo jefes de unidad o con mando directo de tropas, han decidido plegarse a la huelga. Los Coroneles y Capitanes de Navío han recibido esta mañana la sagrada promesa del gobierno de ungirlos con las estrellas de mando, si de su ascendiente y arraigo sobre su personal, logran la conjura de estos graves sucesos de insubordinación generalizada (por supuesto que afectados todos ellos del síndrome de “generalitis” aguda, han jurado fidelidad a toda prueba). Las unidades de superficie de la Marina se han retirado a bahía con sus escazas tripulaciones y los escuadrones de aeronaves se han recogido a sus hangares. Las unidades blindadas rodean el Fuerte “Hoyos Rubio” y otra columna de tanques se dirige a cubrir seguridad a Palacio de Gobierno. El Jefe del CCFFAA ha informado esta mañana al Ministro de Defensa que solo Oficiales Generales, Coroneles y contados Comandantes permanecen en sus puestos y se les ha asignado el comando de las exiguas tropas del servicio voluntario existente; no hay mandos intermedios, ni básicos, ni elementales en los escalones de magnitud y se ha dado cuenta que dichos efectivos se reducirán solo a prestar seguridad de instalaciones a la Base Naval y Guarnición Aérea del Callao; Cuarteles Generales de arma y unidades militares acantonadas en Chorrillos, Las Palmas y el Rímac; ya que los mismos no alcanzan para desarrollar tareas de otra índole. No obstante lo delicado y controvertido de su empleo, el momento obliga a sacar cadetes y alumnos de las escuelas de formación, para apoyar las tareas de orden público. Comienzan a despacharse los patrulleros de las Unidades de Emergencia y Radio Patrulla con tripulaciones de Serenos disfrazados con uniforme PNP – el propósito es aparentar un paro policial parcial – asimismo la supervisión de los servicios está a cargo de Coroneles sin distintivos ni galones de mando. Empiezan a desplazarse los primeros convoyes de portatropas Avir y Comandcar con integrantes de las fuerzas de choque del PAP en reglamentario uniforme verde azulino y portando fusiles de asalto AKM-65 y HK-G3 con sus morrales repletos de munición 7.62 mm, todos encapuchados y con la misión de recorrer en columna por las arterias troncales y colectoras de Lima, dando sensación de presencia policial y disuasiva.
Desde la azotea de un antiguo edificio de 8 pisos en el Cercado de Lima, puede divisarse casi en los 360°, diversos puntos de la ciudad en donde se levantan densas humaredas de diversa magnitud, forma y color. Son las 11.00 de la mañana y el límpido cielo azul que cubre Lima permite contar hasta medio centenar de hongos de humo negro o plomo en otros casos, que delatan una serie de incendios provocados por el pillaje y las demenciales acometidas piromaniacas contra la propiedad pública y privada por parte del populacho. No fue sino a los pocos minutos que Canal N transmitía en vivo las incidencias de la terrible congestión de tráfico y daba a conocer la falta de todo género de fuerzas policiales en las calles, que una multitud de desadaptados atacó el Centro Comercial de la Av. Los Héroes en San Juan de Lurigancho, saqueando y destruyendo todo a su paso. A los pocos instantes bandas de rapiñas vaciaban literalmente las tiendas Metro de la Av. Belaunde así como la de Av. Túpac Amaru en Comas, mientras que otro populacho hacía lo propio en la ubicada en la Av. Carlos Yzaguirre de Independencia. Los centros comerciales del Centro Cívico, Emancipación y Alfonso Ugarte también eran presas de las hordas. Siendo las 12.15 horas no se tiene noticia exacta de la cantidad de mercados y tiendas por departamentos que han sido objeto de atentados en Lima Balnearios; pero la cuenta más fidedigna si lo son las 14 agencias bancarias asaltadas, al haberse activado la conformación de las más afamadas bandas de asaltantes de bancos que permanecían en aguante y que ahora era su oportunidad de actuar sin mayor planeamiento ni riesgo. De excepcional ha sido catalogado el asalto múltiple al Complejo de Bancos de Santa Anita en el que se produjo una infernal balacera entre una gavilla compuesta de aproximadamente 20 facinerosos y una decena de Oficiales PNP que resguardaban precisamente el Cuartel de Seguridad de Bancos cuyos efectivos tuvieron escasa concurrencia a sus agencias asignadas y lo hicieron en traje civil. Comentario aparte merecen las enardecidas turbas que pretendieron saquear Jockey Plaza y Larcomar , unos de los pocos emporios comerciales en los que la seguridad privada opuso resistencia a la arremetida de los vándalos con incontables bajas entre pillos y viandantes ocasionales; ello debido a que sus agentes que pertenecen a reconocidas empresas de vigilancia, que por suerte contaban con armamento de caza el que emplearon resueltamente a matar.
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Los negocios de toda índole se encuentran a merced de pandillas y grupos de antisociales impensadamente integrados para la ocasión y solo movidos por el instinto primitivo que a estas alturas aflora en las masas. Fuerzas del Orden – no se conoce de que improvisada facción – abrieron fuego contra cientos de rapiñas que limpiaban de artefactos la tienda Hiraoka de la Av. La Marina, pudiéndose apreciar a través del reporte de un canal de TV, decenas de cuerpos entre muertos y heridos, tendidos en el asfalto. La Marina actuó decididamente contra un mar de bárbaros que, no obstante el cierrapuertas general del primer puerto, pretendían fracturar las puertas y cerraduras de los negocios de la Av. Sáenz Peña, se calculan una treintena de fallecidos. Un piquete de tropa de la FAP impidió a fuego limpio el asalto al centro comercial La Bolichera en la Urbanización San Roque, contándose cuando menos unas 30 bajas civiles. De otro lado, agentes del INPE poco pudieron realizar por resguardar el orden cuando la población penal del Centro Penitenciario “Sarita Colonia” del Callao rompió y venció las barreras de seguridad, ganado las calles del puerto y dejando atrás 15 celadores mortalmente heridos. Los servicios de emergencia de hospitales y clínicas han excedido su capacidad de atención y los bomberos han suspendido por seguridad el desplazamiento de sus unidades y servicios, desde que una de sus unidades médicas fuese calcinada incluyendo ocupantes en la esquina de 28 de Julio con Aviación en La Victoria. La Central de Emergencia 105 de la PNP ha colapsado; resulta imposible la atención de miles de llamadas de auxilio a la vez y los altos jefes policiales que la operan no tienen la destreza ni la experiencia necesaria para superar el problema. Sordidez, atrocidad y dolor. Nadie se atreve siquiera a husmear la puerta o ventana de calle infestada de delincuentes, rateros, psicópatas, pervertidos, pandilleros, barristas, ex convictos, fumones y pirañas, todos sueltos y a su libre y entero albedrío para actuar en lo que mejor saben hacer, la infamia y la violencia. Lima se tiñe de rojo.
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El presidente García se dirige nuevamente al país informando que se ha declarado el Estado de Emergencia en Lima y 11 regiones del interior del país y se ha impuesto el toque de queda a partir de las 18.00 horas hasta las 06.00 horas del día siguiente. Invoca la calma a la colectividad y ha desafiado a militares y policías que acatan el paro, con el licenciamiento general de los infractores de no reincorporarse a sus cuarteles al término de la distancia. En otro acto de estulticia política el Ministro Salazar ha garantizado al Presidente de la República el restablecimiento del orden en menos de 24 horas. Para ello ha comprometido la intervención de las Juntas Vecinales, Grupos de Participación Ciudadana, Vecinos Vigilantes y miembros de los clubes Amigos de la Policía, quienes a partir de mañana martes 06 se harán cargo del orden de sus respectivos barrios y asunto arreglado. Por su parte el Comandante “Pukaruna” desde la clandestinidad ha instado a militares y policías a no dejarse intimidar con amenazas estólidas y que prosigan en su inquebrantable posición de lucha pues resulta iluso pretender licenciar a 100,000 soldados y policías tal como lo ha dicho el presidente y a quien ha replicado su intransigencia y amenazado a su vez con la puesta en práctica de la segunda fase del movimiento a partir de las 00 horas; con acciones de comandos y operaciones clandestinas de baja intensidad contra blancos objetivos de alta sensibilidad política y estratégica que ya se conocerán en los hechos mismos. Así las cosas, todo en la vida tiene un desenlace feliz o infeliz. El presidente Alan García, conocedor de los terribles desmanes acaecidos en provincias, principalmente en Trujillo y en Chiclayo en donde las víctimas de la insanía superan el medio millar, decide, minutos antes de las 23.00 horas dirigirse nuevamente a la nación por cadena de televisión nacional y anunciar que dada las graves circunstancias de caos social que vive el país por la huelga policial y en atención a los supremos intereses de la nación y la sociedad y en salvaguarda del estado de derecho y la prevalencia de la defensa de la persona humana; hace saber que se ha concedido aprobar el otorgamiento de todos y cada una de las exigencias del personal de las FF.AA. y PNP e invoca a cada uno de sus integrantes a que concurran a sus unidades de labor sin la menor suspicacia de medida correctiva alguna. La comunidad militar policial acaba de ingresar por la puerta de honor a una nueva fase histórico social de su existencia, la de la inquebrantable unidad y el sentido del honor y la dignidad castrense. Nunca más genuflexos ante el oprobio y el abuso de la clase política y hoy más que nunca dispuestos a todo por esa sacrosanta patria nuestra, principio y fin de nuestros ideales y de nuestras vidas.
EL GOBIERNO APRISTA CONDUCIDO POR UN PRESIDENTE EZQUIZOIDE VIVEN UN MUNDO IRREAL , LAS PARANOIAS DE ALAN:
SEÑORES, ME TIENE SIN EL MENOR CUIDADO, LA AMENAZA DE UN PARO POLICIAL MILITAR. SIMPLEMENTE NO SE VA A DAR. A LOS HOMBRES SE LES VE EN EL TERRENO DE LOS HECHOS Y NO EN MINUCIAS COBARDONAS DE VOLANTEOS NI PROCLAMAS POR LA INTERNET.
EL PARO ANUNCIADO ES CREACIÓN Y PRESIÓN DE UN GRUPO DE GANDULES E INFELICES RETIRADOS POLITIQUEROS, QUE LEJOS DE APOLTRONARSE EN ALGUN RINCON DE SU CASA O ASILO, ANDAN MORTIFICANDO LA PACIENCIA TRATANDO DE REEDITAR ARCAICAS PASIONES Y EXPERIENCIAS CADUCAS QUE YA NO JUEGAN EN LA MENTALIDAD CASTRENSE ACTUAL.
MIREN SEÑORES, LOS ÚNICOS EXPERTOS EN MOTINES Y PAROS POLICIALES ERAN LOS DE LA GUARDIA CIVIL, PERO HACE 22 AÑOS LA DESAPARECÍ. ELLOS ERAN LOS ÚNICOS QUE POR UNIDAD, ESPÍRITU DE CUERPO Y SENTIDO INSTITUCIONAL SI CONSTITUIAN UN PELIGRO LATENTE EN ESTA MATERIA. PERO ESO ES HISTORIA DE LA QUE YO ME ENCARGUÉ DE BORRARLA.
EL ANÁLISIS ES SIMPLE. EN LOS SETENTAS Y LOS OCHENTAS LAS HUELGAS POLICIALES TENIAN MOTIVACIÓN INSTITUCIONAL. ERAN DE CORAZÓN Y ESPÍRITU DE CUERPO. RECORDEMOS QUE UNA SOLA CACHETADA A UN GUARDIA CIVIL DE SERVICIO EN LA PLAZA DE ARMAS, PROPINADA POR UN GENERAL JEFE DE LA CASA MILITAR, DESATÓ LA MAS GRANDE HECATOMBE SOCIAL DE LA QUE SE TENGA DATA EN EL SIGLO XX Y QUE ORIGINÓ LA CAIDA DEL RÉGIMEN DEL TODOPODEROSO GENERAL JUAN VELASCO ALVARADO.
HOY EN DÍA EL POLICÍA NO TIENE ESE SENTIDO. NO TIENE MÍSTICA, UNIDAD NI DOCTRINA. AHORA AL POLICÍA LE INTERESA SOLO CONSERVAR SU CONDICIÓN DE TAL EN SERVICIO ACTIVO, PARA EL CACHUELO, LA PREBENDA O LA EXTORSIÓN. NO LE INTERESA MAS NADA. EL POLICÍA VIVE EL DÍAY NO VE MAS ALLÁ DE SUS OJOS. LE IMPORTA UN BLEDO EL RETIRO QUE LO TIENE A 10 O 15 AÑOS SIN UN HORIZONTE DE SEGURIDAD ECONÓMICA. SOLO CUENTA EL CUANTO ME HARÉ HOY.
EL MEJOR TERMÓMETRO DE LA INDOLENCIA Y LA INSIGNIFICANCIA POLICIAL, FUERON LOS 25 POLICÍAS MUERTOS POR ESA METIDA DE PATA POLÍTICA LLAMADA EL BAGUAZO. ESE ERA EL MOMENTO Y LA COYUNTURA IDEAL PARA REACCIONAR CON UNA ASONADA EN PRO DE MAYORES GARANTIAS TÉCNICO LEGALES PARA EL SERVICIO Y DE PASO ANOTARSE CON UN AUMENTO SALARIAL; PERO NI RESUELLARON. ENTONCES CUALQUIER COSA PUEDE PASAR CON TAL QUE SE LES RESPETE SU PLANTÓN EN EL CHIFA, LA POLLERÍA, EL GRIFO O EL MERCADO. ESO ES LO REAL.
SI CONTRASTAMOS EL FENÓMENO DE REBELDÍA POLICIAL DE HACE 30 AÑOS ATRÁS, TENEMOS QUE LOS ACTORES DIRECTOS DE PAROS Y MOTINES ERAN LOS DE LA GC. NADIE MAS QUE ELLOS TOMARON CUARTELES, IGLESIAS Y SE ENFRENTARON A LOS TANQUES EN RADIO PATRULLA. LA ENTONCES PIP JAMÁS SE INVOLUCRÓ EN EL TEMA Y EN EL SENTIR POLICIAL. NO POR SER APEGADOS A LA DISCIPLINA NI MUCHO MENOS, SINO PORQUE SENCILLAMENTE LES INTERESABA UN COMINO LA PROTESTA YA QUE SU ÚNICA INQUIETUD ERA EL "TRABAJO" O EL "CASO" PENDIENTE DE RESOLVER O LA "CAPTURA" POR REALIZAR.
EXACTAMENTE ASI TRASUNTA A LA ACTUALIDAD. AL PNP DE HOY NO LE IMPORTA NI CAUTIVA LA IDEA DE IR A LA ACCIÓN REINVINDICATIVA DE SUS DERECHOS. SUS DERECHOS SE REDUCEN AL RESPETO A SU FRANCO Y A SUS 70 SOLES DE SU PLANTÓN Y PUNTO. OBVIAMENTE QUE DESDE LUEGO SE ADOLECE DE LAS ANTAÑAS DOSIS DE TESTOSTERONA DE ALTA CALIDAD.
EN CONSECUENCIA, TRANQUILO NOMÁS QUE AQUÍ NO PASA NADA. LOS RETIRADOS NO ASUSTAN A NADIE NI LOS DE ACTIVIDAD TAMPOCO. A ESTOS SE LES A CALLADO LA BOCA CON LOS MIL SOLES DE BONIFICACIÓN. ESO SI, NO PERTURBES SU SERVICIO INDIVIDUALIZADO QUE HAY SI PUEDEN HABER PROBLEMAS.
CON RELACIÓN A LOS MILITARES LA SITUACIÓN NO VARÍA MUCHO. EN POLÍTICA NO HAY GENIOS, NI EMPÁTICOS NI VALIENTES, SOLO HAY LEALES AL GOBIERNO Y PUNTO. YO DESIGNO A LOS ALTOS MANDOS Y ELLOS SE ENCARGAN DE TODO. EL PERSONAL ES MIL VECES MAS DOCIL QUE EN LA POLICÍA ASI QUE ASUNTO ARREGLADO.
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